
Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta
Indistintamente de la forma en que nos tocó emigrar, los venezolanos estamos hoy como semillas regadas por el mundo. En rincones inimaginables. Y en este tránsito, no se trata sólo de reinvención, sino además de «tenernos».
Da lo mismo, emocionalmente hablando, de estar dentro o fuera de Venezuela. Cierto que haber emigrado, en muchos casos te da la ventaja de tener acceso a recursos que son impensables para la mayoría de los que habitan el país aún. Sin embargo, hay un punto en el cual con certeza coincidimos, en la ausencia interior. Ese vacío que nos queda al despedirnos, de parte y parte. Pero aún en la distancia, nos tenemos.
Hemos trascendido en el imaginario, esa frontera digital para nosotros no existe. Las cadenas informativas, la ayuda multidimensional, créanme, no la tiene otro migrante. Somos consuelo de alto nivel, terapeutas de acupuntura digital, médicos sanadores con la palabra, los stickers y los emojis; psicólogos de la empatía y la resiliencia, especialistas del péndulo que sujeta el corazón. Abogamos a los múltiples recursos que nos provee el universo de Marvel para llegar incluso a ser super héroes para otros. ¡Y qué maravilloso que nos tenemos!
Un superpoder que trasciende, que atraviesa kilómetros por el cielo en segundos como Superman para abrazar a un hermano que ni siquiera has visto alguna vez. Un superhéroe que no necesita una capa para aliviar una noche de desvelo porque no puedes respirar, o ser la Mujer Maravilla para plantar un escudo que detenga a un mortal virus, con simples, pero sanadoras palabras. ¡Maravilloso es tenernos!
Nunca como antes, hemos sido llamados para practicar y defender la solidaridad, y que sea la serendipia de un hermano desconocido la que nos halle en medio de una fiebre, de un ahogo, de de la propia soledad. ¿Díganme si no es una bendición tenernos?
Hoy, en estos tiempos de tanta incertidumbre, trato de que gane la posibilidad de vencer, y pienso en las enseñanzas que vienen desde tantos frentes. Los girasoles siempre buscan el sol para sentirse vivos, pero cuando los días están nublados, no se deprimen, se miran los unos a los otros buscando la energía en los demás.
Después de todo, al final del día, cuando llega la noche, en el silencio de nuestro más íntimo momento, ¿qué pensamos y qué sentimos? Seguramente, en cómo esquivar al «bicho» o sobrevivir si nos ha tocado. Que la esperanza, la fe, la confianza se anteponga al miedo, y por eso justamente, es que ¡me gusta despertar sabiendo que nos tenemos!