DE EPÍSTOLAS A REDES

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Leonora tiene 80 años e Isidro 84. Se conocieron muy jóvenes en Madeira. Fue un flechazo. Él emigró a Venezuela primero y unos cuantos años más tarde, ella lo siguió. En ese lapso de tiempo; como no había teléfonos, ni emails, mucho menos redes sociales y teléfonos de última generación, el único mecanismo que tenían a la mano para saber el uno del otro, eran cartas semanales escritas a mano alzada. A veces se acumulaban varias entregas, y sus anécdotas, sus soledades y cuitas de amor, llegaban juntas y embolatadas, pero cuando finalmente reposaban en manos de los enamorados, eran como un brebaje de añejas narrativas plenas de pasión.

Las palabras y las historias han sido reducidas a memes, emoticones, gif. Todo se simplifica ahora.

Lo cierto es que, muchos años transcurrieron para poderse reencontrar en suelo venezolano. Se casaron por Procuracion y vivieron allá un montón de años.

¿Imaginan ustedes un mundo así? ¿Circunstancias como esas en estos tiempos? Las tecnologías de información y comunicación, pese a su indetenible avance, y por encima de fuertes detractores han transformado el mundo, la vida humana en general. Entre vicio, hipnotismo y  paranoia se le ha señalado de un mecanismo que, si bien permite aproximarse en tiempo y espacio, también representa una amenaza para la socializacion en físico. Ese tú a tú que ahora lo delimita una «herramienta inteligente», en manos a veces, inescrupulosas.

El punto es que, parece inevitable vivir sin el WhatsApp, sin las redes sociales. Las palabras y las historias han sido reducidas a memes, emoticones, gif. Todo se simplifica ahora. Esto también nos marca directamente porque ahora estamos regados por el mundo y nos «acercamos un poco» en grupos, en videollamadas en singular o plural, y en fotos y videos que lo dicen todo, o al menos lo intentan, porque a decir verdad, el calor de un abrazo, la energía de una palmada en el hombro, un apretón de manos solidarias, es irremplazable.

Entre resúmenes de noticias, portales informativos reducidos a un documento PDF, nos vamos entreteniendo y formando una especie de fortaleza diaria en la que nos permitimos echar chistes, contribuir con causas, discutir  temas agudos o simplistas, criticarlo todo, e ilusionarnos incluso con volver a estar frente a los nuestros.

Leonora e Isidro nunca imaginaron cómo evolucionaría el mundo en esta materia (confieso que yo tampoco). Y aunque no conocen a Hotmail, Gmail, Twitter mucho menos a Facebook e Instagram y afines, nosotros, una generación hambrienta y desbocada, no comprenderíamos el mundo de otra manera.

No hay en este momento, otra forma de entender las comunicaciones y la información. En fracciones de segundos hay un yo que se convierte en un nosotros, y un efecto dominó lo va permeando a su antojo.

Hay una dependencia similar a una droga. Las estrategias y herramientas nos arropan y afixian sin darnos cuenta. En las madrugadas, nos levantamos al baño, pero también para chequear quién ha escrito en uno de los 58 grupos del WhatsApp, pues los hemos creado en todas las categorías. En especial, los venezolanos: la familia, hermanos, colegas, amiguis, los de la universidad, los del liceo, los de la escuela (o todo juntos, como es mi caso),  los primos, los de oposición, los de la promoción. Alguna excusa tenemos o buscamos para armar un grupo, yo tengo varios de tres integrantes.

En fin, sin esta posibilidad de interconexion habríamos probablemente perdido contacto con muchas personas, con esos afectos que ahora sentimos más cerca, para desahogarnos, apoyarnos, y hasta pelearnos, o simplemente habríamos muerto en el intento.

RESPÉTAME PAPITO

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Dante Garnique / @dantegarnique

Está bien mamita.

Mamita: tú denunciaste a tu jefe porque te hacía sentir incómoda cada vez que te llamaba «Cosita».

Debido a esa denuncia, el hombre perdió su empleo y casi a su familia. Tú en cambio, te reivindicaste y te convertiste en un ejemplo a seguir para el orgullo femenino.

El señor te llamaba «cosita»; porque cuando tenía 21 años, tuvo a su única hija, a quien bautizaron Consuela. Como todos los padres, éste, pensaba que la suya era la niña más linda del mundo. La llamaron Consuela, en honor a la madre del susodicho. Lo cierto es que a la niña comenzaron a llamarla «Cosita».

«Cosita» vivió once meses. Al año de haber muerto Consuela, su madre y su abuela, murieron en un accidente de tránsito.

Tu hombre maltratador, cayó en una crisis depresiva que le llevó más de tres años superar, a fuerza de terapia. Luego de eso, se hizo especialista en esa rama de la medicina, se casó y se acomodó en una empresa, evaluando personal para contratarlo.

Tú le recordabas a su «cosita», le producías ternura y sin saberlo, le traías a su memoria, los mejores años de su vida. Pero tú lo denunciaste y él perdió años de carrera y recayó en un estado emocional del que había creído haber salido hacía ya bastante tiempo.

¿Por qué los diminutivos de las damas hacia los caballeros deben interpretarse como muestras de afecto, mientras que los diminutivos de los caballeros hacia las damas ,pueden ser interpretados como una falta de respeto? ¿Por qué son exaltadas socialmente las reivindicaciones femeninas, pero se produce una disonancia si se sugiere lo mismo para el otro género?

Pero retomando tu denuncia, tú que te sientes orgullosamente guerrera, defensora de la igualdad, madre soltera, ¿por qué no vestiste a tu hijo de rosado cuando tenía cuatro meses? ¿Por qué reprenderías a tu Rodriguito si lo encontrases jugando con la Barbie? ¿No que somos iguales? ¿Por qué para algunas damas es un orgullo ser madres solteras pero un «amo de casa» es algo sospechoso?

¿A dónde conduce toda esta discusión sobre la igualdad de género? Si todos fuésemos iguales, seríamos todos homosexuales. Pero no somos iguales y si no aceptamos la diferencia seguiremos tristemente desconociéndonos mutuamente.

Rodriguito ya es un joven universitario. ¿Ya le enseñaste a lavar y a doblar las faldas de su futura esposa feminista e igualitarista? ¿Te gusta compartir con las amiguitas de Rodriguito? ¿Te sientes orgullosa cuando las amiguitas de Rodriguito lo llaman así tan cariñosamente?

Quizás lo más acertado sería aceptar las diferencias y respetarlas, porque sin ellas, Ridriguito no hubiese podido venir al mundo. Esas diferencias que hoy algunos quieren desdibujar de nuestra naturaleza son la explicación a nuestra más grande contradicción: el amor.

Nos amamos aunque no nos comprendamos. Sufrimos el amor gracias a la inconsciente convicción de que el objeto de ese amor es el otro inalcanzable, ese ser incomprensible que nos hace sentir únicos y diferentes.

El amor nos hace iguales y nos acerca; la exaltación de las diferencias nos separa, nos aleja y al final del camino, no podremos disolverlas.

Dante Garnique
Sábado 19-01-19
A mi prima: Rosa Campo

PASADO, PRESENTE…¿FUTURO?

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

De las batallas más feroces que nos toca enfrentar en la vida, el miedo es el principal protagonista; éste nos paraliza o nos impulsa. El miedo es una forma de enfrentarnos a los mayores retos, no sentirlo es casi dejar de ser humano. Es una forma natural de acompañar los desafíos, las decisiones, las metas planteadas a lo largo de nuestra existencia, en especial cuando la incertidumbre ronda. Pero de eso se trata, pues no se conoce con exactitud lo que ha de venir, cómo resultarán las cosas por más analizado que esté el panorama. Entonces, el miedo te saborea, te corroe, te engulle, y hasta te vomita. ¿Que si he sentido miedo? Ya perdí la cuenta. No creo que algún día nos desprendamos de él.

…algunos heredan propiedades, extensas cifras en cuentas bancarias, pero nosotros marcados cual reses, heredamos una carga humorística sin tregua, que no perdona raza, credo ni religión.

A mediados de marzo de 2015, llega la noticia de la muerte de un hermano de mi padre; un tío. No muy cercano, sí conocido. Su recuerdo más próximo es reiterativo por la peculiaridad de su personalidad; en la boda de uno de mis hermanos, justo en el momento en que el Jefe Civil hacía la lectura de rigor sobre los contrayentes y describía al entonces novio “Venezolano, mayor de edad, de oficio…” Irrumpiendo el acto protocolar, salta la voz de mi tío Víctor: Precursor de la Independencia. Los invitados no pudieron contenerse ante la ocurrencia; y ese instante quedó sellado en mi memoria. Así somos los Acosta, parte de nuestra genética está marcada con el humor, en ocasiones tan poco asertivo, otras por el contrario, aprovechada para el disfrute de propios y extraños. Porque, algunos heredan propiedades, extensas cifras en cuentas bancarias, pero nosotros marcados cual reses, heredamos una carga humorística sin tregua, que no perdona raza, credo ni religión. Da lo mismo estar en una fiesta, una reunión familiar o un entierro.

El anuncio del fallecimiento me llegó de España, aunque mi tío se encontraba en Venezuela. La tecnología tiene grandes particularidades y ventajas, conecta de forma inmediata hasta para insospechados mensajes. Una prima paterna reside allá desde buen tiempo, y aunque durante la mayoría de nuestras vidas no mantuvimos un contacto considerable, de un tiempo para acá, movida por la distancia miserable que nos separa de nuestros seres más amados, he buscado proximidad con los míos, y los no tanto.

Al instante, también certifiqué la noticia con mi hermano mayor, él tuvo la oportunidad de vivir y convivir con el tío Víctor. Se encontraba abatido, tocado por la pérdida; y sus palabras me invadieron de miedo, un miedo que se siente en la piel y dentro del esófago, como fatiga, como brasa. La remota posibilidad de que mi madre fallezca estando tan lejos de ella, y sin la menor posibilidad de acercarme cruzó de forma fugaz ante mis ojos, como si de una película de terror en reversa a alta velocidad se tratara. Allá está sola, en una casa que multiplica en centenas su menuda humanidad, demasiado espacio, demasiada soledad. Si enferma, quién la atendería.

En efecto, me hice ésta y muchas preguntas antes de ver las costas de mi amado país, alejarse desde la ventanilla del avión en agosto de 2014. Sólo que la encrucijada tenía dos puntales, ella o mi hijo de 16 años y, evidentemente, aposté al futuro de mi única herencia, de quien ha copado mi vida, sueños, anhelos y esfuerzos desde que supe que vendría al mundo. Su porvenir siempre ha sido mi mayor miedo, mi incesante lucha. Lo que le deparaba en Venezuela a él y a tantos jóvenes, se convirtió por un tiempo en un punto de  agenda antes y después de dormir. No había noche donde la impotencia cediera paso al sosiego, pues ya mi hijo dejaba de ser un niño que jugaba con carritos, capas y disfraces, para volcarse en un adolescente crítico, analítico y atrevido, con un alto nivel de compromiso por su país, y eso lo impulsaba a tomar las calles para protestar.

Cómo negarle esa posibilidad, cómo evitar que su voz, sus gritos y sus acciones lucharan en contra de un régimen que nos secaba, que nos carcomía los huesos, nos empobrecía de alma y espíritu y, él lo sentía en el poder adquisitivo, en los crímenes sin culpables, en la desfachatez de sus líderes, en encierros y desapariciones; en el progresivo empobrecimiento que desde hacía tiempo había penetrado nuestras casas, porque era una hostilidad generalizada que hoy se ha radicalizado y penetrado hasta lo más hondo, dando paso a la desesperanza, al desconcierto, a la incredulidad, al terror, a la muerte.

TODOS DEBERÍAN TENER UN CHIGÜIRE

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Belén González / @mbelengg

No hay venezolano que no sepa lo que es un chigüire, aunque sea vegetariano, porque este animal considerado el roedor más grande del mundo y calificado como una verdadera delicia gastronómica nacional, es fácil de encontrar en los Llanos, el Orinoco, el Delta, en Guayana, Barlovento, Miranda, y hasta en los alrededores del Lago de Valencia.

Pero ojo, este no es un animal exclusivamente criollo, porque su especie, aunque con distintos nombres, está regada por toda Latinoamérica. Técnicamente se conoce como Hydrochoerus hydrochaeris, y  forma parte de la dieta venezolana desde la época colonial, llegando a convertirse gracias a una bula papal que permitió el consumo de su carne durante la Semana Santa, en un plato típico durante esta festividad religiosa.

Los expertos describen al chigüire como un animal dócil, apacible, sedentario, más bien lento, y hasta un poco flojo porque no hay nada que disfrute más que pasar horas recostado bajo una buena sombra. De poco dormir, vive en comunidad y nunca abandona a su grupo. Estos roedores son seres territoriales que, de hecho,  ven con enorme desconfianza a los intrusos que quieren inmiscuir sus narices en lo que consideran su privacidad.

…Aunque no son precisamente lindos, tienen su encanto…

Aunque tienen una cara siempre seria no son cascarrabias, por el contrario, hacen amigos con facilidad, claro si hay química. Aunque no son precisamente lindos, tienen su encanto, y resulta por demás interesante que se comunican con sus pares usando señales químicas, lo que a mí, en lo personal, me parece fascinante.

Yo tengo un Chigüire, podría decir que casi desde que nací, y si bien no ha estado todo el tiempo conmigo por las circunstancias propias de la vida, nos une un lazo fuerte, único, familiar, de puro amor, y estoy segura de que es indestructible, así el ande por su lado y yo por el mío.

Mi Chigüire es tan autóctono como la arepa o la chicha de la Plaza del Rectorado en la UCV. Es serio, bueno, hasta que sonríe y pela los dientes con una ternura única y un candor que te desarma, pero cuando se ríe es aún mejor, porque de él emana vida, chispa, sinceridad. Es un ejemplar genuino.

No me parece tan dócil, pero bueno, toda regla tiene su excepción, aunque si es apacible, se toma su tiempo para todo, no es para nada flojo pero si lo pones bajo la sombra y le das una cerveza no solo lo veras feliz, sino que puedes mantenerlo así por horas…mientras tengas más cerveza y buena conversación.

Noctámbulo, territorial como pocos, y con un espacio personal que podría describir como impenetrable, aunque al mismo tiempo tiene la habilidad necesaria para llevarse bien con casi todo el mundo y hacer amigos, buenos amigos, que por lo general le duran muchísimos años.

A veces pienso que no sabe lo guapo que es, pero es que ese colorcito tostao le va de maravilla, y es tan, pero tan inteligente que resulta absolutamente seductor. Se comunica poco, pero cuando habla te deja pensando y muchos descubren el mundo profundamente enriquecedor que vive dentro de él.

Los chigüires son vegetarianos, y aunque al mío le encantan los vegetales, la verdad es que come de todo. Sus pares suelen vivir en las cercanías de ríos y lagunas, pero el mío, que como ya se han dado cuenta es bastante peculiar, es un chigüire playero, quería establecerse en Cata tras su retiro, pero ni se retiró ni fue a parar a la costa, cosas de la vida.

…Tengo la bendición de tener una familia maravillosa y amigos que valen más de lo que pesan en oro, pero ninguno como mi Chigui…

Tengo la bendición de tener una familia maravillosa y amigos que valen más de lo que pesan en oro, pero ninguno como mi Chigui, solidario, amoroso, sentimental, buen consejero, sencillo, humilde, capaz de disfrutar con el mismo entusiasmo de una empanada que de una cena de gala. Profesional, apasionado por los medios, por aprender, por descubrir. Un vino de altísima calidad que solo mejora con los años.

Por si no lo saben los chigüires están en peligro de extinción, por culpa de esa costumbre de comérselos en Semana Santa, especialmente en un “pisillo” que no he probado, aunque dicen que es muy sabroso. En fin, no quiero que piensen que estoy sugiriendo adoptar un chigüire como mascota, nada que ver, pero preferiblemente no se los coma. Lo que sí quisiera dejar claro es todos deberían tener un Chigüire como el mío, o al menos, que se le parezca un poco. Tendrían una joya de valor incalculable.

Pa ti, 3 de Enero de 2019

 

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