MADURO SUICÍDATE

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Zeudy Acosta Paredes@zeudyacosta

Un acto de cobardía o valentía, siempre será un enigma, pues quien se quita la vida, se lleva consigo la razón de su impulso suicida, pero además, deja esa enorme disyuntiva en quienes le aman. Porque sí, por muy villano, despiadado, insensible que sea alguien, tiene familia y gente que le estima. Sin embargo, si Maduro no tuviese tanta arrogancia, y se permitiese el empuje para bajar el telón de su vida vergonzosa y vulgar con cierta dignidad en este momento de la historia, le llorarían pocos, pero millones de venezolanos y todo el que sienta la tragedia nuestra, lo celebraría en grande.

No por mal hablado, no por idiota, no por creerse simpático y terminar siendo un patán; sino por asesino, por cometer crímenes de lesa humanidad, también por ladrón.

En torno al reciente suicidio del dos veces expresidente peruano Alan García, quien figuraba como sospechoso de una investigación de alta corruptela vinculada a Odebrecht, se teje un conjunto de hipótesis, en especial por la presunción de su culpabilidad. Pero hay detrás de este caso mucha tela que cortar, desde la experiencia de su padre como preso político cuando apenas tenía 5 años, el inocultable ego que le caracterizaba (reconocido por afectos y enemigos), e indudablemente salir esposado de su casa frente a los ojos de quienes le adversaban, aunque parecía que la detención era sólo por diez días. Sin embargo, en la historia de la humanidad, por cobardía o sabiduría, criminales como Hitler, viéndose acorralado optó por renunciar a procesos judiciales, a hacer valer la ley del hombre para pagar por sus fechorías, dejando en el limbo secretos, testimonios y datos de valor para aproximarnos a la verdad de muchos hechos en tono a él y sus acólitos.

Creo que en el momento histórico que vive Venezuela, a pocos debe realmente importar la pérdida fisica de Nicolás Maduro, cualquiera sea la causa. Y no es que con su muerte, existe la alta probabilidad del cese a la usurpación, porque allí está el más abominable asesino, la mente perversa de Diosdado Cabello, o el psicópata maestro del crimen y el horror Jorge Rodriguez. Es más, a cualquier nombre ligado a la banda de genocidas, le precede una hoja de vida manchada de muerte, por acción u omisión. Pero hasta por su bien y el de la nación, un paso como el suicidio, tendería una alfombra roja, no de sangre sino de aquella que, en un acto final con la caída del telón en su aborrecible y asquerosa teatralidad, sería una demostración de agudeza, de humanidad, un acto final cargado de condescendencia, porque incluso en la última hora, podemos reivindicarnos, podemos apartar el orgullo y apelar a la razón. Venezuela y la humanidad entera le estarían eternamente agradecidos.

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Tipos como Maduro, jamás le harán falta a nadie, mucho menos al país. No por mal hablado, no por idiota, no por creerse simpático y terminar siendo un patán; sino por asesino, por cometer crímenes de lesa humanidad, también por ladrón. Un asaltante impúdico del erario público y de las oportunidades del pueblo venezolano. Por mitómano y burlón; por sádico y déspota.

Pero hasta por su bien y el de la nación, un paso como el suicidio, tendería una alfombra roja…

Cuando comencé a escribir este artículo (29 de abril en la noche), ni me imaginaba lo que estaba por ocurrir en Venezuela unas horas más tarde. Y miren cuán conveniente. De manera que, acorralado – aunque quieran aparentar que tienen el control-, Nicolás Maduro tiene justo en este momento, su oportunidad de oro. Entendiéndolo como quiera, el suicidio es el comodín, es su carta para ganar, y con ello, ganaríamos todos, pues ya su papel en la historia contemporánea de Venezuela desde 2013 hasta la fecha, no se puede alterar, no se puede borrar, pero una decisión sabia, en este caso dimitir, sellaría de forma magistral, su paso por la política nacional.

 

TIRANÍA MITÓMANA

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudycosta

De verdades y mentiras está impregnada y sentenciada la vida. Las hay necesarias, blancas, piadosas, las que como verdades, también matan; pero cuando se convierten en una máxima, una suerte de ley para prevalecer, se pervierte todo, se llega a consagrar aquel lema que era más que símbolo, una premisa durante la era hitleriana, creada por el maquiavélico Joseph Goebbels, «una mentira dicha mil veces, se convierte en verdad».

Que tienen patas cortas, eso es cierto; que son un mal necesario, también es indiscutible. Que es de la propia naturaleza del hombre mentir, probablemente sea verdad; y que aquellos que ostentan el poder son más pervertidos en este sentido, la historia de la humanidad lo certifica. Hay sin embargo, los que superan cualquier record, lo cual se entiende, pues es la única vía que tienen para disfrazar sus farsas, su ruin pensamiento, incluso su propia desdicha. Necesitan mentir para convencerse a sí mismos de que no están desbocados camino a una indefectible perdición. Eso pasa con la tiranía en Venezuela, con esa banda de buitres, psicópatas e indolentes, embusteros implacables desde hace 20 años.

… son cuenteros sin escrúpulos, sin piedad, sin desperdicios. Han mentido durante dos décadas con un seudo socialismo…

En la propia campaña en 1998, Hugo Chávez mentía, y una vez en el poder, se fue transfigurando en un mitómano por excelencia, con su célebre frase “ser rico es malo”. Entre promesas populistas y absolutistas, se cimentaron las bases de un régimen que no sólo ha sido capaz de generar falsas expectativas en la población, y de mentir hasta la saciedad, sino que además, lo ha hecho de forma tan magistral, que por un buen tiempo la mayoría de los venezolanos creyó fielmente en ellos. Catorce años en el poder y La Casona que un día prometió sería para albergar a niños que deambulan por las calles, la disfrutan sus hijos y nietos. Y así le prosigue un montón de trolas: el saneamiento del río Guaire, el respeto a la propiedad privada, la no pretensión de reelegirse, la ruta de la empanada, La Carlota será un parque, la construcción de refinerías, los gallineros verticales, los cultivos hidropónicos. Mienten acerca de la existencia de presos políticos y las torturas a éstos, cuando es consabido que se trata de una estrategia sistemática denunciada con pruebas presentadas por las propias víctimas, de las que periodistas como Sebastiana Barraez da cuenta en Twitter, por ejemplo.

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Falsas ilusiones se nutrieron por años de parte del difunto (cuya data de muerte también fue mentira); pero quien le sucede en el cargo, Nicolás Maduro – de nacionalidad dudosa-, no le perdió pista a su padre político, quien además se le apareció en forma de pajarito. Por el contrario, dignificó su legado de engaños, entre ellos, los intentos de magnicidio, que Chávez también sostuviese en su momento. No obstante, el desmadre de la economía nacional, que ya venía en picada con el “Comandante efímero”, no ha tenido precedentes, y por más maquillajes, cortinas de humo e historias al más alto nivel hollywoodense que se hayan inventado, no han podido sostenerlas en el tiempo. Hay verdades que son inocultables, y la realidad de hambre, exilios y mortandad que sucumben al país, dan al traste todo intento de la tiranía mitómana, por culpar a Estados Unidos o a cualquier otro.

Todos los personeros de la dictadura mienten a toda costa, son cuenteros sin escrúpulos, sin piedad, sin desperdicios. Han mentido durante dos décadas con un seudo socialismo, que sólo es tal cosa de la boca para afuera, porque de la boca hacia adentro, comen caviar y beben champaña y whisky de la mejor cosecha.

Hugo Chávez mentía, y una vez en el poder, se fue transfigurando en un mitómano por excelencia, con su célebre frase “ser rico es malo”.

Son la desfachatez hecha premisa y niegan la crisis humanitaria imperante, pero aceptan ayuda de alimentos y medicinas provenientes de China y Rusia, que al parecer también fue pura pantalla mediática. Mienten cuando se autoproclaman defensores y promotores de la paz, rodeados de los colectivos. Mienten acusando a la oposición de querer robar los activos de Citgo, cuando el régimen metió la mano en ese fondo, hasta secarlo.

Y aún cuando la mitomanía es un enfermedad aparentemente inconsciente, estos malandrines la llevan con prestancia disfrazándose de ovejotas esquilmadas frívolas y calculadoras, capaces de describirse a sí mismos, culpando a sus enemigos de los  desaciertos y desafueros que les anteceden. Son como un acto reflejo frente al espejo, desde el cual sus tácticas discursivas, ahora detallan la malignidad, la torpeza y sordidez que es sólo suya.

Entonces, aparece Jorge Rodríguez, asegurando que la debacle eléctrica y el daño de equipos a un francotirador (pero ya antes la culpa recayó en una iguana, un ataque cibernético)\ al tiempo que califica de psicópata a Juan Guaidó (a esto me refiero con lo del espejo). Mientras el pais está a oscuras, afirma que el servicio está restablecido y el estado Zulia carga con la peor  no sóparte. Entre tanto, Maduro miente sobre la supuesta guerra económica y una retahíla de situaciones, así como sostiene  frente al gremio educativo  que vela incansablemente por su bienestar “mejoramos las tablas casi mensualmente, más allá de donde las cobijas nos permiten”. Podríamos, ciertamente, escribir una enciclopedia acerca de este tema, de los embustes que en 20 años han caracterizado a la tiranía, por ello cuando recuerdo un tuit del periodista Luis Carlos Díaz, siento que está todo dicho: “El régimen miente, no importa cuando leas esto”.

SI TENGO QUE VOLVER

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Yo no siento que emigré, así nomás; me parece que me corrieron, que me expulsaron aun portándome bien. Y sinceramente, como a muchos que conozco, no me lo merecía. Sin embargo, leí alguna vez «que irse es también una forma de volver».

En 5 años, nunca me había planteado volver. Pero si hipotéticamente eso pudiese ocurrir, no sería un retorno simple. Más allá del reencuentro con los afectos, está el choque con un país que ha sido desdibujado. En ese caso, buscaré en los ojos de los míos, una manera de amalgamar, de sentir que quizá, lo externo, no causó estragos por dentro.

Pero hablando del País, éste necesita una buena enjuagada, hay que limpiarlo a fondo, y no hablo de políticos que a fuerza de politiquería y populismo cegaron en veinte años a una nación. Una vez depurada la calle, y establecida una política de profilaxis en materia de seguridad, viene lo bueno. Entonces, hay que bajar el suiche, quitarle la «teta Estado» a tanto parásito, de esos que aún en plena crisis, se alegran porque hay más días de asueto que labolares «total, igual cobro mi salario» (aunque no alcance para nada).

Ahora bien, sé que este tiempo como exiliados, a muchos nos ha tocado sortear empleos para subsistir, algunos ajenos a profesiones u oficios que teníamos en suelo patrio. Asimismo, aprender y valorar lo que otras culturas implementan para evolucionar como sociedades. De allí debería provenir el mayor aporte para la reconstrucción.

Si tuviese que regresar, sería voluntaria para aportar ideas en muchas áreas. De cómo generar cambios positivos de forma sencilla, acompañados con lo que siempre nos ha movido: la solidaridad, la simpatía y el trabajo en equipo.

Un país no emerge con mezquindad, no emerge con personalismo. Una nación se crece sin viveza, sin matracas, sin egoísmos.

Yo no sé nada de economía, pero sí que imponiendo multas que se asuman con rigidez, nadie se comería una luz en rojo, conduciría bajo efectos del alcohol o pasaría por alto el rayado, ignorando a quien pretende cruzar una calle.

Yo no sé absolutamente nada de agricultura, pero he entendido que la producción nacional, va más allá de cosechar frutos, verduras y legumbres; es imperativo sembrar el hábito de la competitividad, de la recompensa por el esfuerzo, la meritocracia.

Yo no sé ni un poquito de finanzas y hacienda, pero he visto cómo se destina en servicios públicos eficientes, el dinero que por concepto de impuestos  paga a tiempo, cada ciudadano que habita en la ciudad.

Yo no sé prácticamente mucho de política, no obstante, he visto a ciudadanos elegir a sus gobernantes libremente y, en caso de no satisfacer sus expectativas, revocarlos. Sin adoración, sin benevolencia, sin endiosar.

Yo no sé de políticas turísticas, sin embargo, he visto cómo se potencia una país que sabe aprovechar cada recurso (cultural, religioso, natural, ecológico) para venderlo con una magia inusitada a propios y extraños.

Yo no sé nada de minería y petróleo, no obstante, he visto a un país que no tiene esos recursos, mantener vías asfaltadas. Una isla sin lagos, sin ríos caudalosos, proporcionar a sus habitantes energía eléctrica sin ningún tipo de fallas, recurriendo a los paneles solares y la energía eólica.

Sembrar

No creo que existan naciones o sociedades impolutas, perfectas. Aún así, estoy convencida de que cambiando mentalidades, y con una buena dosis de voluntad personal y política, volver a nuestro terruño debe implicar una transformación desde cada casa, desde cada escuela, desde cada institución. Todo ello con el propósito de generar una sociedad, un país que sea más que arepas, maltas, playas, o rumbas como referentes  entrañables.

Tiene que ver con la verdadera evolución, aprovechando lo que en positivo cada quien que salió y puede volver, o el que estuvo siempre adentro (porque algo tuvo que aprender), pueda aportar en lo colectivo, más que en lo individual. Un país no emerge con mezquindad, no emerge con personalismo. Una nación se crece sin viveza, sin matracas, sin egoísmos.

Entonces, si tengo que volver, al menos yo, sé qué puedo aportar. Ahora soy más paciente, ahora soy más consciente, ahora soy más humana, y todo esto coadyuvaría en la Venezuela que yo quisiera para mis nietos, y los de mis hermanos, y los de mis amigos, y los de todos.

¿QUÉ ES VENEZUELA?

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Dante Garnique / @dantegarnique

En febrero de 2019, Venezuela se convirtió en tendencia. ¿Por qué? El 22 de ese mes tuvo lugar un espectáculo musical comparable con la inauguración de unas olimpíadas, un mundial de fútbol, o el Súper Tazón. Ese espectáculo se llamó: “VENEZUELA AID LIVE”.

Durante la semana siguiente al megaconcierto, Venezuela estuvo “de moda”; mientras la quema y destrucción de comida, y el cierre de la frontera colombo-venezolana, fueron el marco noticioso de la llegada a la presidencia de Juan Gerardo Antonio Guaidó Márquez.

Megaconcierto, medicinas y alimentos quemados, un presidente interino y, desde el 3 de marzo hasta entrado abril, la interrupción del servicio eléctrico, hicieron populares a muchas primeras páginas de medios tradicionales y digitales que hablaban de los más recientes acontecimientos en Venezuela. En algunos medios, incluso, se podía leer en sus ante títulos y sumarios, cosas como: “… ¿y cómo se relaciona (la noticia de apertura) con el caso venezolano?”. Una referencia hecha como señuelo para captar lectores, dadodque a en realidad, nada sobre Venezuela se ofrecía en el texto.

Veamos, Venezuela fue durante más de 40 años, el paraíso de los emigrantes. Chinos, japoneses, sirios, libaneses, portugueses, italianos, españoles, peruanos, chilenos, colombianos y checos, por mencionar sólo algunas nacionalidades, aquí encontraron una tierra adoptiva, tan o más generosa que su patria de origen. Muchas fortunas se amasaron a fuerza de trabajo honesto y constante y los inmigrantes eran tenidos como iguales por parte de los nacionales.

Partiendo de ese hecho, cualquiera se imaginaría que Venezuela es ampliamente conocida en gran parte de Europa y algunas zonas de Asia, pero no es así. En casi ningún país del mundo se sabe que Venezuela vive desde hace 20 años, bajo una dictadura quizás inédita en la historia.

…uno de los fenómenos políticos más perversos que ha vivido la humanidad en el presente y: el NARCOCHAVISMO NEOFASCISTA.

Las consecuencias de lo hasta aquí expuesto son, de un lado, un desconocimiento casi absoluto de la tragedia venezolana a los ojos de la opinión públi loca internacional, y del otro, el falso supuesto de que el problema en Venezuela es de desabastecimiento, servicios e infraestructura o electoral.

Al mundo no le queda claro aún, qué ocurre en Venezuela. Pocos se imaginan que lo que aquí existe, es uno de los fenómenos políticos más perversos que ha vivido la humanidad en el presente siglo: el NARCOCHAVISMO NEOFASCISTA.

El señalamiento viene a colación, ya que si se desconoce a lo que se le hace frente, se desconoce también cómo luchar en su contra. Ese desconocimiento no es casual; de eso se ha encargado el aparato ideológico del régimen, de desinformar, de falsear la realidad, de ocultar, de construir falsas apariencias.

De manera que, lo que sufre Venezuela desde hace 20 años es un régimen equiparable al nacionalsocialismo. El chavismo es aún más duro que el nazismo, ya lo dirán los historiadores en su momento. Veinte años de exterminio sistemático son un hecho histórico.

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En Venezuela no existen instituciones, en Venezuela la gente está pasando hambre, la gente está desnutrida, las escuelas y las universidades funcionan sólo en el papel, los niños mueren por decenas en las maternidades a tan sólo horas de nacidos, las parturientas se desangran por la falta de insumos para su debida atención. Los adolescentes se prostituyen y aprenden a delinquir para sobrevivir.

La interrupción del servicio eléctrico que se convirtió, junto con el megaconcierto, en el detonante del apogeo noticioso del caso venezolano, es de lo mejor que le ha podido ocurrir al pueblo de Venezuela, si a eso se le compara con 20 años de genocidio. La escasez programada es considerada crimen de lesa humanidad. No es el primer caso de la historia, Ucrania, los ucranianos y los foros internacionales abocados a la defensa de los derechos humanos, entienden de eso.

Las sutilezas diplomáticas no aplican en el caso venezolano. Al terrorismo de Estado no le hacen mella las presiones mediáticas. Las grandes concentraciones de ciudadanos son un caldo de cultivo para la violencia civil, tan anhelada por el régimen y sus aliados internos. Las bandas armadas (conocidas como colectivos) recorren las calles del País, provocando a la población hambrienta y desesperada. El caos es la carta que se juega el régimen en la actualidad.

El argumento muy conocido, según el cual los tiempos de la política no coinciden con los tiempos cronológicos, vendría un poco a desfase, teniendo en cuenta que estamos hablando de 20 años de neofascismo, 20 años.

Venezuela sufre de hambre de información, el mundo padece hambre de información de lo que ocurre en el país. Si algún poder tenemos en nuestras manos, es el de informar, el de comunicar, el de desmentir al régimen, el de desnudar al Cártel que ha destruido uno de los países más ricos en la historia de la humanidad. La riqueza venezolana es inconmensurable; Emiratos Árabes Unidos, Canadá, Irán, Irak o Kuwait, son pequeñas economías, teniendo como referencia la riqueza producida por el petróleo venezolano durante 70 años.

La noticia hoy, abril 2019, es la pretendida inhabilitación política del único líder legítimo que se ha posado gallardamente en afrenta principesca delante de ese monstruo inenarrable que es el chavismo neofascista.

Una información, demasiado rebuscada, muy de laboratorio, que a fin de cuentas no es más que otra gran trastada del régimen para distraer la atención y ganar tiempo en el poder, que es lo que necesita: tiempo en el poder. Mientras tenga eso, tiene todo lo que le nutre.

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Cada campaña por la liberación de “Perico de los Palotes” (preso político n° x), “Medicinas para Elena”, “Fuera el Socialismo”, “Todos a la Calle”, etc, etc, distinta a la extirpación del neofascismo, es una batalla ganada por el Cártel.

…No existe ninguna salida institucional para el problema venezolano. La salida para Venezuela es la refundación. Para que ello se concrete, debe existir voluntad.

Es que causa vértigo el debate, 20 años más tarde: “¿… se debe aplicar el articulo “X” o el artículo “Y” …?” En Venezuela NO EXISTE UNA CONSTITUCIÓN, en base a la cual actuar para erradicar al neofascismo. Esa tarea se debe emprender sobre la base de algo muy sencillo: VOLUNTAD POLÍTICA, que es lo único que le da forma a las sociedades modernas.

Las leyes y las constituciones resultan del acuerdo social, no lo contrario. La institucionalidad en Venezuela ha sido devastada a lo largo de 20 años. Nada de lo que hoy existe en Venezuela, existe legítimamente. Todo lo que existe es por voluntad y a la medida de los intereses del régimen.

No existe ninguna salida institucional para el problema venezolano. La salida para Venezuela es la refundación. Para que ello se concrete, debe existir voluntad. Ya se ha hecho evidente que existe la voluntad de desalojar a la dictadura, lo que no queda claro todavía es quien puede y tiene interés en hacerlo y el modo de hacerlo (artículo X o artículo y).

¿Este año o el siguiente? ¿Solos o con ayuda internacional? ¿Serían peores las consecuencias que el problema en sí mismo?, se preguntan a través de las redes quienes juegan a la continuidad del CHAVISMO en el poder; se preguntan quienes viven del Cártel. ¿Quién pondría los muertos si hubiese una acción policial con respaldo internacional que capturase a los capos del Cártel de los Soles?

Lo hacen con aires de ingenuidad para captar la atención del pueblo distraído, ocupado en su afán por matar el hambre. Muertos es lo que sobra en estos 20 años de Narcochavismo. Los muertos los ha puesto el pueblo venezolano durante más de tres lustros, los han puesto las madres venezolanas, las viudas venezolanas, los huérfanos venezolanos.

…La gravedad de Venezuela es comparable con la de un órgano gangrenado, una persona cianótica o una metástasis generalizada.

El neofascismo ha sido tan eficiente en el ejercicio de su función, que después de 20 años, aún domina de manera impecable, basta con observar el modo de actuar de la oposición orgánica, esa que lleva 20 años cohabitando con la mafia.

En Venezuela existe, una extraña relación entre el poder y la oposición que según algunos analistas se explica mediante la comprensión del trabajo del G2 a lo largo de la dictadura. Incluso, desde que Chávez era un raso. La gravedad de Venezuela es comparable con la de un órgano gangrenado, una persona cianótica o una metástasis generalizada. En todos los casos, la respuesta debe ser contundente y en la mayoría de ellos, heterodoxa.

¿Qué frena a la voluntad política?, la voluntad política. Desde enero de 2019, ha emergido un liderazgo que hace todo lo posible por desmarcarse de la oposición hermana del régimen.

Cada nuevo día en el poder, es el resultado de la voluntad del poderoso y sus aliados. La deposición del poderoso depende de la voluntad del otro, de su estrategia y de su capacidad para ejecutarla. Esa pugna (por el poder) se hace pública hoy día, través de las redes, en la antigüedad se hacía a través de pasquines y medios impresos o radioeléctricos.

Escudriñando un poco ese debate, nos encontramos con una Venezuela dividida en cinco bandos: La dictadura neofascista, una oposición contemporánea con el régimen, un liderazgo emergente surgido en enero de 2019, una intelectualidad digital, y el pueblo. La existencia de la dictadura es el centro de todo este debate. La oposición a esta surgió junto con ella y han coexistido durante 20 años; y desde Enero del 2019, ha emergido un liderazgo que hace todo lo posible por desmarcarse de la oposición hermana del régimen.

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Producto de la modernidad, existe también, una intelectualidad digital, que canaliza el debate. Este es un espacio con un número de parcelas aún en definición; mientras en la parte más baja de toda esta estructura de poder, se encuentra EL PUEBLO VENEZOLANO.
El sector digital canaliza el debate y promueve puntos de vista, posibles soluciones y tendencias; pero promueve también, la continuidad del chavismo en el poder, descalificando cualquier propuesta en contra del régimen.

Después de casi un cuarto de siglo, en términos de lo que aquí se trata, sólo han surgido dos cosas nuevas: un liderazgo en potencia y una propuesta de cooperación internacional para erradicar al neofascismo. Ambos frentes son en este momento los objetivos más atacados por la intelectualidad digital profascista venezolana, alguna razón habrá de existir.

Durante lo que va del siglo XXI, el narcochavismo neofascista, el régimen narcomilitar ha alcanzado algunos objetivos estratégicos con el propósito de asegurar su permanencia en el poder: Más de tres millones cuatrocientos mil desplazados, ruinas institucionales (la empresa petrolera más poderosa del mundo destruida), existencia de dos foros legislativos y dos instancias ejecutivas que confunden y desorientan a potenciales aliados internacionales, terrorismo de Estado, crímenes de lesa humanidad (exterminio de una población mediante la escasez programada), desarticulación y destrucción de toda la infraestructura física (sanitaria, educativa, de transporte), Fuerza Armada Nacional fragmentada, entre otros.

¿Qué es entonces Venezuela, sólo un interesante caso de estudio para la historia?

Martes 09/04/2019

ASESINOS CON IMPUNIDAD

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Belén González /@mbelengg

La visión de Hugo Chávez estaba clara desde el principio, siempre dijo que su revolución era «pacífica, pero armada«, y en consecuencia, en junio de 2001, creó los “Círculos Bolivarianos”, a los que por cierto, pertenecían los llamados “Pistoleros del Puente Llaguno”, los primeros asesinos de manifestantes en la Venezuela chavista.

Esta estructura creada como barrera de choque para la defensa de la revolución bolivariana, se mantuvo por un tiempo, pero fue difícil ampliarla, y a la larga, se diluyó. Lo interesante es que para ese momento ya estaba en marcha un nuevo plan que comenzó a gestarse cuando Chávez salió, abrupta pero brevemente, del poder en 2002, justo el tiempo en que algunos de los colectivos caraqueños impulsaron su vuelta al poder.

…hacen el trabajo sucio que las fuerzas de seguridad no pueden hacer para evitar problemas legales, como amedrentar, eliminar y silenciar a quienes se oponen al régimen o a sus líderes.

Los colectivos no son una creación del chavismo, existían años antes de la aparición de la revolución bolivariana, especialmente en las barriadas más pobres de Caracas, como el 23 de Enero, donde actuaban como grupos de izquierda comprometidos con el trabajo social.  Por supuesto, cuando apareció Chávez, encontraron en su discurso un espacio, y en su figura, un líder capaz de aglutinarlos; así comenzó una relación de beneficio bidireccional, a veces complicada, pero siempre efectiva para ambas partes.

En señal de agradecimiento a su respaldo, el caudillo decidió apadrinarlos y bautizarlos como el «brazo armado de la revolución bolivariana», seguramente inspirado en los “logros” de las milicias iraníes que tanto llamaban su atención. Los dotó con “jugueticos” como motocicletas, armas rusas, granadas, sistemas de comunicación, y equipos de vigilancia. Pero su generosidad fue más allá, pues para asegurar que cumplirían su misión, se encargó de que recibieran entrenamiento de la guerrilla colombiana.

Hugo Chávez vociferaba a viva voz y con orgullo que la función de los colectivos era «defender a la revolución bolivariana». Su discurso romántico y la generosidad para repartir armas a diestra y siniestra preparó el terreno para la formación de nuevos grupos armados, que adoptaron el nombre de colectivos, pero sin responder a una ideología política de izquierda, como en el caso de los colectivos tradicionales entre los que destacan los Tupamaros, de tendencia marxista-lenilista; los Carapaicas, que visten prendas militares y ocultan sus rostros; o La Piedrita, al que se adjudican numerosos homicidios.

Hoy en día, también ocupan un rol importante la Coordinadora Simón Bolívar, que se autoproclama como uno de los colectivos fundadores; el Colectivo Alexis Vive famosos tras el ataque a la sede de Fedecámaras; y el Gran Polo Patriótico, integrado por 28 Consejos Patrióticos Sectoriales, descrito como el más grande y organizado grupo de asesinos en el país. Aunque los mencionados colectivos actúan en la capital, estos grupos armados también se multiplicaron en el interior, siempre bajo la protección de los líderes chavistas regionales.

Guapos y apoyaos, los colectivos, quienes se autodenominan fieles al PSUV, tienen carta blanca para actuar con impunidad, hacen el trabajo sucio que las fuerzas de seguridad no pueden hacer para evitar problemas legales, como amedrentar, eliminar y silenciar a quienes se oponen al régimen o a sus líderes. Se convirtieron en hordas de gatillos alegres que forman parte de la nómina en alcaldías, ministerios, gobernaciones, e incluso, muchos de sus miembros son guardaespaldas de altos personeros del gobierno o funcionarios de seguridad en distintas instituciones.

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Es evidente que los colectivos mutaron hasta convertirse en asesinos a sueldo, con una ambición desmedida que aplaca, a punta de secuestros, extorciones, ajustes de cuentas y desapariciones forzadas que no necesariamente tienen que ver con la revolución bolivariana, sino con el “negocio”. Son tan peligrosos, y temidos, que ya no necesitan disparar, su sola presencia provoca pánico, porque todos saben de qué son capaces.

Por eso no extraña que ya Nicolás Maduro no pueda controlarlos, pues son agentes autónomos, apenas algunos responden a las órdenes de Diosdado Cabello, otros a las Freddy Bernal, jefe nacional de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, semillero de estos “civiles armados”. Sin embargo, es un hecho cierto que los colectivos siguen siendo efectivos para enfrentar las manifestaciones de oposición y crear miedo, para amedrentar a dirigentes opositores, medios y periodistas, siguiendo la pauta que en 2009 marcó la desaparecida Lina Ron, al tomar las instalaciones de Globovisión.

Llevan a cuestas decenas de muertos durante las manifestaciones, muchos de ellos jóvenes estudiantes, pero además se han dado el tupé de influenciar procesos electorales, a punta de intimidación, como hicieron en 2013. Los colectivos, además, estuvieron involucrados en la Operación Gedeón, durante la cual fueron asesinados con saña Óscar Pérez y sus hombres. De forma recurrente buscan interrumpir las sesiones de la Asamblea Nacional, y en 2019 siguen actuando con absoluta impunidad.

Desde que Juan Guaidó se juramentó como Presidente Interino, lo rondan, sabotear sus planes es la orden, no en vano el 23 de febrero de este año, día pautado para el cruce de la ayuda humanitaria desde Colombia, los colectivos recorrieron las calles de Táchira dejando a su paso dos muertos. También lo atacaron saliendo de la Asamblea Nacional, se hacen presentes en las localidades donde tiene previsto encuentros con los ciudadanos, y buscan amedrentar con acciones “sutiles” a otros dirigentes políticos, como rodear la casa del líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, aprovechando la oscuridad de los apagones que son ya cosa de todos los días en Caracas, y en el resto del país.

La razón de su dualidad es una sola, los colectivos se hicieron indispensables, el régimen depende de ellos…

Y mientras la actividad delictiva de los colectivos está a la vista de todos, el chavismo, que se caracteriza por su reiterativa negación de la realidad e incongruencias, va y viene fijando posición sobre la acción de estos grupos armados. La ministra para el Servicio Penitenciario, Iris Varela, los describe como el «pilar fundamental de la patria»; mientras el Canciller Jorge Arreaza afirma que tienen “un comportamiento ejemplar” en defensa de la revolución bolivariana.

El ministro de Comunicación e Información, Jorge Rodríguez, que como sabemos es un mentiroso patológico desconoce su existencia; y el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, quien hace algún tiempo expresó públicamente la necesidad de eliminarlos, terminó defendiéndolos al afirmar que los pobres simplemente “han malinterpretado el mensaje”.

A Diosdado no le da pena mostrarse con ellos y en actitud amenazante, como es su costumbre. Pero el más patético es Nicolás Maduro, quien primero dijo que los colectivos no tenían lugar en la revolución, aunque luego afirmó que ellos “son gente buena, trabajadora” a quienes apoya porque tratan de desprestigiarlos. La razón de su dualidad es una sola, los colectivos se hicieron indispensables, el régimen depende de ellos, no hay remedio, de allí el anuncio de ampliar a medio millón de miembros la llamada Milicia Nacional Bolivariana, de la que estos delincuentes armados forman parte.

Son un peligro de muerte inminente, todos lo saben, especialmente ahora que el dictador pidió a los colectivos “cero tolerancia” con la disidencia. Estamos a merced de los asesinos del régimen.

ESCUDEROS DE LUCES

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 Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

En honor a los jóvenes que entregaron su vida por Venezuela en 2017, y a los que sobrevivieron.

“En los ojos de los jóvenes arde la llama; tienen el genio vivo y el juicio débil” diría Homero, por eso asumen los riesgos sin miramientos, ven la muerte como un desafío porque después de todo, les arrebataron tanto que también les robaron el miedo. Violines entonan la marcha diaria; el escudo, la bandera y la capucha su tridente de lucha, que deja entrever ojos inocentes pero llenos de valor. Son Vendetta, son los guerreros de franela, son libertadores, son la esperanza apostada de norte a sur, de este a oeste; la amalgama perfecta entre ímpetu, coraje e infatigable corazón.

Es una generación que en promedio, creció en la era de Chávez, y hoy choca de frente con su legado: un país en ruinas y sobre éste camina, corre, cae y se levanta para volver a empezar, porque le inspira la sed de justicia y el hambre de libertad. Son rebeldes con causa, les mueven razones de sobras, “no quiero ver a mi vieja haciendo colas”, “quiero vivir en libertad, no en dictadura”, “salgo a la calle para que mi novia no se vaya del país”.

..balas contra piedras, metras contra molotov; lacrimógenas contra gritos de libertad. Resistir ante una ballena de acero que ahoga y arrastra.

No nacieron de la misma madre y se tratan como hermanos, porque Venezuela les abrigó en su vientre durante las dos últimas décadas (o un poco menos), y como una patria preñada quieren que se ponga bonita después de este parto tan doloroso. Les ha tocado vencer al enemigo más implacable que haya tenido esta era, el implacable Goliat.

De cartón, lata y cuero

Qué triste suenan los perdigones y balas, en los escudos de cartón, en los de lata, en los de cuero que usan los guerreros del asfalto. No disponen de mayores herramientas de lucha y protección. Se saben en desventaja pero eso no los detiene, saben que un escudo no los cubre, no les resguarda la vida, sin embargo, lo sujetan como soldados pretendiendo ser infalibles.

Esos escudos representan las oraciones de las madres, de los padres, tías, abuelos, amigos, de desconocidos que rezan para que vuelvan a casa, sanos y salvos, a pesar de que Goliat los espera lleno de artimañas y con sed de sangre y venganza. Quienes los encomiendan al cielo sienten una fe firme en que David vencerá a pesar de las abismales diferencias en el combate: balas contra piedras, metras contra molotov; lacrimógenas contra gritos de libertad. Resistir ante una ballena de acero que ahoga y arrastra.

Las bajas de la resistencia han sido lloradas y sentidas en cada hogar venezolano por igual, porque como reza el poema de Andrés Eloy Blanco “cuando se tiene un hijo, se tiene a todos los hijos de la tierra…Cuando se tiene un hijo, se tienen tantos niños que la calle se llena y la plaza y el puente y el mercado y la iglesia, y es nuestro cualquier niño cuando cruza la calle y el coche lo atropella…”. Su gallardía y valor nos han contagiado; es una lección globalizada. Nos han incendiado por dentro y tatuado la piel de tanto erizarse, cuando se nos han ido mirando al cielo sonreídos, cuando los arrolla una tanqueta y no pueden apagar su vida ni sus ideales; cuando el fuego ha encendido sus gritos, cuando la viola ya no sonó más, pero siguen las notas de otros violines, o cuando marchitaron la rosa.

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Hermandad de asfalto

Sin conocerse más allá de su lucha en el asfalto, se apoyan y cuidan con un afecto inusitado. Han diseñado estrategias de combate sin haber estudiado para ello. Ya son casi cuatro meses de resistencia en las calles, de postergar el sueño, el hambre y la sed y no, no van de ciudad en ciudad como gitanos o caravaneros, en cada estado hay una resistencia diciéndole al Gobierno y al mundo, ¡Abajo la dictadura!

Es como si la sangre de nuestros libertadores los condujera en otra Batalla de la Victoria, de esta batalla que están librando con un valor meritorio. Hay un principio que motiva y mueve a esos jóvenes, hoy protagonistas de una lucha tan desigual, tan arriesgada; de esa querella infatigable que han asumido en nombre de todos los venezolanos, de cualquier edad, raza, religión, bandera política: liberar al país entero, sin distingos, porque “la lucha de pocos, vale por el futuro de muchos”.

Una generación que le duele la situación del país, ha vivido las carencias y restricciones económicas, la imposibilidad de progresar y poder estudiar en una universidad o instituto sin la sentencia del adoctrinamiento; comprarse un carro aunque fuese usado; y ante el agotamiento y los cambios radicales impuestos por el régimen de Maduro, salieron desde abril a las calles del país a manifestar su repudio dejando el alma y la vida.

Son jóvenes –hombres y mujeres-, bravos, hartos y decididos porque en su mejor época de estudiantes les tocó vivir el peor momento del país y se han preparado no sólo con voluntad y aplomo, sino con chinas, cascos, escudos, tubos, máscaras antigases -algunas de fabricación cacera-, y el símbolo de mayor arraigo, la bandera venezolana.

 

Aunque la mayoría de los “valientes” surge del sector estudiantil, se les han unido en un sólo clamor otros jóvenes y niños cuyos hogares pasaron a ser las calles, como “los hijos de la oscuridad”. Y la adrenalina que sienten al defender al país y la hermandad entre ellos se ha alimentado de la camaradería, de la fraternidad y el deseo irrenunciable de vivir en libertad y justicia social.

…dejan la piel en las calles para que impere la libertad en Venezuela.

Hay en ellos un alto grado de compromiso con el país que detrás de esa batalla diaria, les acompañan otros héroes anónimos que hacen parte de la logística tras bastidores: los que les dan provisiones de comida, medicinas, alojamiento, ayuda legal, médica y psicológica.

Quizá algunos están descubriendo otras virtudes potenciales, dignos de ser apreciados por caza talentos de atletismo y béisbol, para atrapar las lacrimógenas –rodando por el suelo o en el aire-, y devolverlas como una jabalina. Tienen una capacidad de supervivencia envidiable.

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Lo cotidiano de un Valiente

De los testimonios se desprende una realidad que no sorprende, en contraparte evidencia la naturaleza de estos muchachos que hoy, dejan la piel en las calles para que impere la libertad en Venezuela. Escuderos comunes, sin mayores pretensiones que las de acabar con años de injusticia, de luto desmedido y de una violencia que se ha institucionalizado.

Pernalete era una promesa del baloncesto; Cañizales pertenecía al Sistema Nacional de Orquestas, Ángel era nadador y Miguel era periodista; Paul estudiaba medicina y era voluntario de los cascos verdes, Neomar era estudiante de bachillerato y David de enfermería; Jairo, Daniel, Paola, y un largo etcétera eran estudiantes de diversas carreras o estaban a punto de iniciarlas. Y les gustaba la salsa casino, jugar al futbol en una caimanera, PlayStation, ir al cine y a la disco, la playa y la universidad.

Mientras se llora a los caídos, otros siguen en el frente de batalla, está Marco Antonio, estudiante de cuarto año de Derecho; Ángelo con un futuro prometedor en el balompié, Marta quiere ser psicóloga e Inés economista, y también Joel y Mariana que nunca han estudiado, o están los José, Jhonathan, William, Milagros, Ana María, Yuraima…Todos quieren y luchan por ese futuro, para vivirlo dentro de Venezuela, pero como expresara Martin Luther King “La libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada por el oprimido”.

20 AÑOS NO SON NADA

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Hay historias que te erizan la piel sin ser escritas por Alfred Hitchcock, Stephen King u otra célebre pluma del suspenso o el terror. Ahora las historias más aterradoras e sorprendentes las protagonizan en carne viva y sin edición, los venezolanos en su propia tierra.

Una cosa es sentarse frente a la gran pantalla o en casa, a presenciar films que narran el Holocausto, las guerras, los atentados terroristas. Y otra muy diferente es escuchar testimonios de amigos o familiares, leer acontecimientos que, en sí mismos, no parecen reales; ver en videos las evidencias de la humillación, de las torturas, del crimen que viene cometiendo sistemáticamente el oprobioso régimen en Venezuela desde hace veinte años. Es una realidad que todos, de alguna manera, creíamos imposible de vivir. Nos negábamos a pensar que nos tocaría tan de cerca.

Sin comida, sin medicinas, sin agua, gas ni luz, no sólo queda a oscuras y sediento el país, sino el espíritu.

Éramos miles, pero ahora somos una especie de estampida, convertida en millones. Por avión, en carro o a pie, nunca conocimos tan de cerca el destierro. Ahora, no lo leemos en los libros con testimonios de otros países, ahora los libros contarán nuestras historias de expatriados. De cómo hemos tenido que huir, sí, huir del hambre y de la miseria, de la inanición propiciada por la ambición inhumana al más ruin estilo de la Alemania nazi, plagada de segregación; abundada del resentimiento, el odio y el genocidio.

Han pisoteado la esperanza convirtiéndola en desesperación. Y como es de suponerse, una mente centrada en conseguir alimento para los suyos, que entiende con severidad la inútil tarea de hacer magia para no morir en el intento, difícilmente encuentra espacio para rebelarse. Sin comida, sin medicinas, sin agua, gas ni luz, no sólo queda a oscuras y sediento el país, sino el espíritu.

Registros de la criminalidad, de la vileza que los caracteriza y mueve sigilosamente como pirañas, superan la credulidad, el nivel de entendimiento, la capacidad de comprender cómo fue que, un país tan potencial y próspero, ahora parece una sombra, un fantasma. En vez de soluciones a los problemas cotidianos del venezolano, los potenciaron. Los convirtieron en su bandera política para mantener al pueblo sumiso, preocupado y ocupado de sobrevivir por sus propios medios, resolver o, al menos pretenderlo. Un Estado corrupto, narcotraficante, malandro, dejó en pañales el papel de El Barbarazo, que hasta el queso se lo llevó. Son artífices de excusas surrealistas, de la más desfachatada inmoralidad, del mayor despotismo que nuestra historia haya conocido y vivido. Se han escudado en asquerosas excusas para poner en práctica acciones que revelan todo su odio, para inyectarnos todo su veneno.

Nos despedimos de la familia, de los amigos, de las oportunidades, del país; y estamos como rotos e incompletos.

Un pueblo noble, históricamente ganado a la paz, a la solidaridad, al entendimiento, se vio presa fácil de promesas de involución disfrazadas de progreso. Cuando despertó del letargo, el daño abismal ya estaba hecho. Entonces, extremistas por naturaleza, crearon la escasez extrema, la violencia extrema, la pobreza extrema, el hambre extrema, la muerte extrema, sin prisa pero sin pausa. No le han sido suficientes estas dos décadas de malandraje para corroer como el óxido todo a su paso; siguen vomitando su venganza, su saña. No se sienten saciados.

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Da lo mismo ser una voz disidente o comulgar con la narcodictadura, la muerte toca la puerta o entra sin avisar, sin distinción alguna. Se aseguraron de cumplir su promesa, esa de «igualdad social». Ahora todos somos víctimas, a todos nos ha tocado despedir de cualquier forma a alguien, esa es una palabra clave: la despedida. Nos despedimos de la familia, de los amigos, de las oportunidades, del país; y estamos como rotos e incompletos.

El miedo ronda sin miramientos, al que se fue, al que se queda, al que tiene planes de marcharse o al que apuesta a tomar un último aliento para soplar con fuerzas las velas y hacer zarpar la nave a mejor puerto. El único que asegura que 20 años no son nada es Gardel, pues aunque se dice tan fácil, hay una generación que creció sin conocer la libertad, pero aun así, la sueña, la anhela y en su afán por traerla de vuelta, ha encontrado una bala en la frente o en el pecho, o quizá un apagón le arrebató el aire al que estaba conectado, o el final lo tomó por asalto en plena vía, o probablemente con la llegada tardía de un medicamento. Por esa generación y las que le han sucedido, evoco a Serrat:

«Rodeados de protocolo, comitiva y seguridad,
viajan de incógnito en autos blindados,
a sembrar calumnias, a mentir con naturalidad,
a colgar en las escuelas su retrato.
Se gastan más de lo que tienen en coleccionar
espías, listas negras y arsenales;
resulta bochornoso verlos fanfarronear…
tienen doble vida, son sicarios del mal…
Entre esos tipos y yo hay algo personal».