ENTRE LA MISERIA Y LA OPULENCIA

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Belén González / @mbelengg

Cuando el chavismo se instaló en Venezuela, tras el triunfo electoral de Hugo Chávez en 1998, muchos esperaban que el fin de la corrupción, que tanto daño hizo al país, y la repartición justa de las riquezas de nuestra tierra se hiciera realidad. Pero esa promesa de los recién llegados al poder se diluyó a tal punto que, a estas alturas, nadie puede creer si quiera, que al menos tuvieron la intención de cumplirla.

Tras más de 20 años, el logro más grande de la revolución bolivariana se describe con una sola palabra: Desgracia. Ciertamente cambiaron los actores, los escenarios y quizás la forma de hacer las cosas, pero para mal. La pobreza se multiplicó trágicamente y se convirtió en miseria, la corrupción de hizo más voraz, y la desesperanza marcó a prácticamente todos los venezolanos de bien.

Pranes, colectivos, bachaqueros, enchufados, boliburgueses, bolichicos… Una gama de calificativos, todos en comunión con la corrupción, la miseria, la descomposición social que ha alimentado el chavismo.

Antes del chavismo, una etapa nefasta para nuestro país que Dios mediante está por terminar, vivíamos en una sociedad capaz de convivir a pesar de las diferencias. El sistema no era perfecto, la gente tampoco, pero ese cambio por el que muchos apostaron nos costó caro; nos costó logros, sueños, solidaridad, paz, esperanza, y por supuesto, las riquezas del país. Con la revolución chavista se inició en Venezuela un periodo oscuro, de profunda descomposición social, que dio origen a una fauna violenta, ambiciosa, sin principios, preocupada únicamente por sí misma. No se trata únicamente de quienes han paseado por distintos cargos de gobierno, sino de esos delincuentes feroces de alta y baja gama reunidos en clanes con un nombre que los distingue, y un delito que los agrupa.

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Comencemos por los llamados “pranes”, un término no tan nuevo que dejó el anonimato en 2011 para convertirse en un vocablo común del argot venezolano. Se usa para identificar a los líderes delincuenciales, en extremo peligrosos, que no sólo gobiernan las cárceles del país, sino que mantienen su esquema de delitos puertas a fueras del penal que los aloja, bajo el amparo de la ministra del sistema penitenciario, Iris Varela.

Están también los asesinos confesos que integran los “colectivos”, resentidos sociales armados por el mismo gobierno chavista, y que ejemplifican a la perfección la violencia de la que es devota la dictadura. Son ya múltiples grupos que operan a nivel nacional bajo el ala protectora de autoridades y gobiernos locales y regionales de todo el país. Fueron creados como “brazo armado de la revolución”, pero han florecido gracias a delitos como el secuestro, la extorsión y el sicariato.

Otro grupo, aunque no violento, y que muchos ante la urgencia han calificado como “un mal necesario”, son los “bachaqueros”, que en realidad pueden calificarse como neocontrabandistas, de alta o baja monta, porque hay quienes negocian por volumen y otros que cobran por deshacerse de lo que les sobra.

En Venezuela vivimos de la miseria a la opulencia, dos extremos entre una mayoría que ya no tienen nada, y estos delincuentes que se llenan los bolsillos cometiendo delitos

Estos operadores que hacen dinero de forma descarada a costa de la carencia de otro ser humano, una absoluta desvergüenza, han sido calificados por el régimen como una “plaga”; se les responsabiliza por la escasez, y hasta se tomaron medidas gubernamentales para detenerlos, pero nada ha funcionado porque la dictadura de Nicolás Maduro ha hecho de la economía del país un circulo vicioso, en el que los niveles de inflación fomentan la reventa de productos de precio fijo. Y ni hablar de quienes viven comercializando dólares en un mercado que es simplemente, un desastre.

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En Venezuela vivimos de la miseria a la opulencia, dos extremos entre una mayoría que ya no tienen nada, y estos delincuentes que se llenan sus bolsillos cometiendo delitos. Dicen que, los llamados “enchufados”, grupo que reúne a quienes gracias a sus nexos con el régimen tienen acceso a bienes y recursos que les garantizan una vida cómoda libre de necesidades, no son delincuentes, pero la verdad es que al vender su dignidad, se integran a la espiral de corrupción que consume al país.

Y lo propio han hecho los “boliburgueses” que, siendo de izquierda de la boca para fuera, se han construido una vida de gustos y placeres, aderezadas con un buen whisky 18 años, sin importarles en lo más mínimo los venezolanos pasando hambre, los niños muriendo en los hospitales, o los inmigrantes que cruzan fronteras a pie buscando satisfacer sus necesidades básicas.

Aunque hablando de corrupción, el premio mayor le corresponde al grupo de los “bolichicos”, quienes dejaron como niños de pecho a los que vivieron de las arcas públicas durante la Cuarta República. Estos descendientes de las otrora familias pudientes del país, venidas a menos por culpa de la Revolución Bolivariana, hoy convertidos en vulgares ladrones, diseñaron y ejecutaron nuevos modelos de corrupción con el respaldo de altos cargos en el gobierno a través de la adjudicación “comprada” de contratos con el sector público.

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Los “bolichicos”, término creado en 2010 por el escritor y periodista venezolano Juan Carlos Zapata para referirse a los jóvenes contratistas del gobierno, obtuvieron en total 12 megacontratos en apenas 14 meses, entre 2009 y 2010, adjudicados sin concurso a la empresa Derwick, dedicada a la construcción de plantas de generación eléctrica, subestaciones, y centrales hidro y termo eléctricas, por PDVSA, Corpoelec y la Corporación Venezolana de Guyana. El monto inicial de estos contratos estaba en el orden de los 2.873 millones de dólares, pero la factura final alcanzó la escandalosa cifra de 5.044 millones, lo que confirma un sobreprecio de más de 2.000 millones de dólares.

La pobreza se multiplicó trágicamente y se convirtió en miseria, la corrupción de hizo más voraz

Entre estos expertos del “guiso”, corresponsables del actual problema eléctrico de nuestro país, están: Leopoldo Alejandro Betancourt López, Pedro Trebbau López, Francisco Convit Guruceaga, Domingo Guzmán López, y Orlando Alvarado. Mientras que entre sus socios se cuentan: Raúl Gorrín, expresidente de Globovisión; Alejandro Andrade, ex guardaespaldas de Chávez y Tesorero Nacional entre el 2007 y el 2010; Mathias Krull, exbanquero suizo; Nervis Villalobos, exministro de Energía Eléctrica; y Diego Salazar, alias “El rojo de oro”, intermediario de PDVSA. Pero la red es bastante mas extensa si nos ponemos a contar a los testaferros, otra actividad muy rentable económicamente en la Venezuela chavista.

Tras robar a placer, buscaron la forma de seguir alimentado su monstruosa ambición, extendiendo sus tentáculos a Estados Unidos y España, abriendo empresas con capitales de dudosa procedencia, comprando caballos pura sangre, y bienes raíces; pero si bien el tuerto es rey en el mundo de los ciegos, en esos países tienen visión 20/20 y por eso los que no están presos, ya están bajo investigación. Les duró poco la opulencia, pero el mal está hecho.

NO ME OLVIDES

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Dante Garnique / @dantegarnique

La tierra se abre y recibe mi semilla.
Recibo yo luego su fruto, sin llanto pero igual que un hijo, lleno de vida.
Pueden ser flores, frutas, hortalizas o a lo mejor, sólo su aroma. Olor a tierra. Olor a ella. Hoy recuerdo, hoy sólo puedo recordar. ¿Quién dijo que recordar es vivir? Para muchos, recordar es morir.

Recordar lo que pudo haber sido pero no es, y que aunque pudiese eventualmente ser, es más probable que no sea; porque no se está donde se debería o donde se desearía. Así es para muchos venezolanos, más de tres millones y medio.

¿Qué nos une, qué nos hace comunes y qué nos diferencia de quienes no son venezolanos? Recordar es morir. Cada día, ¿es acaso un día más o un día menos? Un día más, vivido, pero también uno menos de vida; y cuando esos días transcurren lejos de la tierra, de esa tierra cuyo aroma sólo se puede recordar, ¿son entonces días más de vida, o días menos?

Esta tierra es distinta, no huele igual, pero me regala sus frutos que me saben dulce, pero me amargan. ¡Qué emoción acompañó a mi primera hoja de cilantro cosechada, cuánta nostalgia me produjo!  ¿Dónde está la diferencia al hablar de petróleo o de papas y cebollas, si todos provienen de la tierra?

Mis recuerdos huelen unas veces a mar, a sardinas fritas, pero no a petróleo. La tierra de aquí ensucia la ropa y los zapatos, la tierra de allá se saca con unas sacudidas al secarse. Esta tierra es diferente, pero me brinda sus frutos, se abre a mi, se abre.

Hoy somos nosotros a quienes se nos ve llegar; pero cuando éramos nosotros quienes veíamos a otros llegar, los podíamos diferenciar por sus rasgos comunes. Unos olían a especias, otros a pan, algunos a cemento; pero a nosotros, ¿cómo nos identifican, a qué olemos, a petróleo?

No recuerdo en mi infancia haber salido al jardín de la escuela a plantar alguna flor o sembrar una semilla, pero sí recuerdo las tareas sobre la “riqueza petrolera”.

No me olvides, es la flor que hoy, de manera espontánea me brinda esta tierra que no es mía, que huele diferente, que ensucia diferente.

Hasta hace algunos años, recordar es vivir, era tan sólo una frase usada con cierta frecuencia por una tía vieja, quizás sacada de algún bolero que acompañase sus días de moza. Hoy, es un eco que retumba en mi cabeza cada día cómo una pregunta cínica y mordaz.

¿Qué puedo hacer hoy con mi petróleo? ¿Cuál será la respuesta a mi pregunta ahora que tu “arestín mañanero no me mojará los ruedos”? Te veo tan solita.

Aquí no he podido nunca comerme un chocolate como mantequilla sobre arepa recién hecha, porque aquí el chocolate hay que morderlo fuerte a cualquier hora del día y en cualquier época del año, pero el cacao es el mismo. Hoy sólo puedo recordar sus semillas como otro mucílago de nuestra infancia, el mamón y el cotoperix. ¿Recordar es vivir?

También se recuerda a los muertos, sobre todo a los que no se pudo ver morir por culpa del destierro y la distancia. Los muertos que se ven morir duelen menos que los que no se ven morir.

Esta tierra se abre, se abre a mi y me regala sus frutos, no me olvides.

No me olvides.

Miércoles 22.05.2019
A Dayse Bolívar

MILITARES TRAIDORES Y COBARDES

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

El sector castrense en Venezuela, siempre ha tenido protagonismo en los asuntos políticos y destinos del país. En efecto, podría calificarse de decisivo (para bien o para mal, éste ultimo casi siempre), y muestra de ello pueden encontrarse en el devenir de su historia. Por ello, resulta incómodo pero razonable, que se insista en que los militares, terminen de plegarse a la Constitución Nacional en esta etapa determinante para el futuro del país, y no continuar siendo el hueso duro de roer.

Golpes, asonadas, rebeliones y conspiraciones han marcado trágicamente a Venezuela entre 1835 y 1992, para ser más exactos veintiún en total, incluyendo la protagonizada por Hugo Chávez y su combo. Todo se traduce a un siglo azotado por uniformes, voces altisonantes, fusiles criminalizando familias, y la bota que marcha aplastando todo a su paso.

En efecto, en la práctica, han sabido subrayar la muerte, por encima de la patria, prevaleciendo el culto al hombre y no a la institucionalidad.

La Armada, Aviación, Ejército y Guardia Nacional (los cuatro componentes de la FANB), es el brazo musculoso, pero estéril y deshonroso del sistema político venezolano. Su rol en pro de la democracia ha dejado siempre un mal sabor. Hay una estrecha relación entre las crisis y los movimientos activos de orden militar, pues parecen estar ligados a una constante intervención, que normalmente no contribuye a la resolución de conflictos, sino de acrecentarlos. Una especie de tradición los conduce a involucrarse siempre en movimientos fuera del orden constitucional de forma abierta o solapada, pero irónicamente, después de golpes militares, ha renacido la democracia.

Ahora bien, fue el Pacto de Punto Fijo, con sus aciertos y desaciertos, el que puso freno a la intervención militar en los asuntos de carácter político. Sin embargo, una vez aprobada la enmienda constitucional del 99, se incorpora a este sector para tener protagonismo -mas allá de ser custodios de los procesos electorales-, otorgándoseles el derecho al voto -como en muchas naciones del mundo-, sólo que en Venezuela se desfiguró por completo la institucionalidad castrense al asumirse y declararse públicamente como una fuerza armada socialista y chavista, que comulgó además con el lema «Patria, socialismo o muerte» en su momento. En efecto, en la práctica, han sabido subrayar la muerte, por encima de la patria, prevaleciendo el culto al hombre y no a la institucionalidad.

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De hecho, asumida la investidura como Primer Mandatario Nacional, Hugo Chávez, no tardó en mostrar su talante como militar, aunque al principio supo enmascararse. Exmilitar y exgolpista, se encargó de ubicar a sus leales uniformados o no, en cargos ministeriales y de importancia capital como PDVSA y el SENIAT. Le siguieron las gobernaciones, las alcaldías, y todo en cuanto pudieran meter mano dura, pero no para reactivar y convertir al país en una pujante nación, sino todo lo contrario, se encargaron de destruir progresivamente – además de la imagen medianamente respetable del hombre de verde-, la industria minera, agrícola, pecuaria y, hasta los servicios públicos como el gas, el agua y la electricidad. Una muestra irrefutable de que “zapatero a su zapato”.

Es así como, los oficiales de más alto rango, están vinculados al Estado narcomilitar, a quienes se les conoce mundialmente como el Cártel de los Soles, muchos de éstos con multimillonarias cuentas en el exterior, mansiones y otras propiedades que sirven como mecanismo del lavado de dólares para lo cual usan a testaferros, y sin embargo, están fichados y muchos engrosan la lista de criminalización en investigación que se gesta desde EEUU. ¿Será esa la respuesta a la no intervención a favor de la democracia?

Eso sí, son valentones cuando se trata de agredir y aplicar el abuso de autoridad con el ciudadano común, pero ya sabemos que a la hora de la chiquita, son expertos en marcar la milla.

Entonces, además de la práctica del matraqueo, el contrabando en las fronteras y las aduanas, de robar flagrantemente en los puestos de registro de aeropuertos internacionales, de generar un gasto desproporcionado para el Estado -incluida ahora la milicia y las hiperbolicas sumas en la compra de equipamientos  que jamás utilizarán, y cuya más reciente aprobación para la adquisición de armas es equiparable a 200 intervenciones quirúrgicas de médula ósea-, y de ser una total vergüenza para la nación en materia de seguridad y defensa, ¿Para qué sirve la FANB?. Por acción u omisión, han respaldado y sostenido a un régimen que ha dilapidado al país, que asesina de todas las formas posibles a niños, jóvenes, adultos y ancianos por igual.

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«A la mala hora no ladran perros» reza el dicho, y esto es lo que nos ocurre en Venezuela, pues en ocasiones puntuales y decisivas han tenido oportunidad de defender y honrar la justicia, la paz y la libertad del pueblo y, en contraposición, defienden a la dictadura rodilla en tierra, literalmente arrodillados, sumisos y sublevados a las órdenes del tirano, frente al que se rinden babeados, desfilan como perfectos aduladores ciegos, sordos y mudos ante la calamidad imperante que también les salpica. Eso sí, son valentones cuando se trata de agredir y aplicar el abuso de autoridad con el ciudadano común, pero ya sabemos que a la hora de la chiquita, son expertos en marcar la milla, como la estampida despavorida que protagonizaron en el acto público donde explotó el dron en la avenida Bolívar. Ya sabemos de su capacidad para la valentía, siempre que se sientan guapos y apoyados, cuando la indefensión ronda.

Por acción u omisión, han respaldado y sostenido a un régimen que ha dilapidado al país, que asesina de todas las formas posibles a niños, jóvenes, adultos y ancianos por igual.

Por tanto, su parasitaria presencia viola flagrantemente la Constitución Nacional, pues se han plegado a un Estado fascista y criminal, como reales traidores y torturadores de oficio, además pagados para ello; no han sido más que batallones de acomplejados, engreídos y serviles sin sentido común ni humanidad. Pero sabemos que esta crisis también los va arrastrando en su aparatoso recorrido, indicando que “la procesión va por dentro”.

Hoy no importa cuántas estrellas o soles lleven las capotas o cuánta presión y amenaza les imprima el régimen. Hoy importa quién desenfunda y dispara a la cabeza o el pecho, quién conduce la tanqueta, quién asfixia con bombas. Quién cierra las fronteras, o quién cobra para que las medicinas y los alimentos entren por los caminos verdes. Hoy prevalece que los perros, tarde o temprano, ladrarán ante los enemigos, ante la maldad, aún disfrazada de ovejas.

TRAGICOMEDIA

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Dante Garnique / @dantegarnique

Mis anotaciones sobre Venezuela, obedecen más a una necesidad personal, que a un requerimiento laboral. Pertenezco o creo pertenecer a una generación a la cual le correspondió asistir a un momento bastante peculiar en la historia del país, y lo que más me asedia es la culpa. La culpa de no solucionar el problema.

¿Y cuál es el problema, a mi entender? Que Venezuela, a pesar de poseer una de las mayores riquezas del planeta; es noticia porque hoy sus ciudadanos, son mendigos de comida, vivienda y de buena voluntad alrededor del mundo. Más de tres millones y medio de venezolanos han salido de nuestro territorio en busca de sosiego. Una dictadura de casi 21 años, no ha acabado con la riqueza; porque la riqueza persiste, esa, está allí. El oro, el petróleo, el coltrán, el potencial turístico.

Quizás lo que sucede es que el problema está siendo tratado desde un punto de vista equivocado.

En 20 años, Santiaga, he oído a historiógrafos decir que el fenómeno venezolano aún no se puede definir porque el caso está todavía en desarrollo. He leído análisis fallidos, a confesión de parte, desde la perspectiva de la teoría de los juegos, teóricos que intentan un análisis utilizando herramientas de negociación y la dictadura sigue allí.

Quizás lo que sucede es que el problema está siendo tratado desde un punto de vista equivocado. Quizás es que se está abordando el tema desde las academias, cuando en realidad se debería estar tratando desde un cuartel de policía, a la luz de SCI y no de GOT. La sociología, la politología, la historiografía, no han podido hallar solución al problema venezolano quizás, porque no se trata de un problema de esa naturaleza, sino de un problema de otro tipo.

Cabe la posibilidad de que el paciente haya sido mal diagnosticado y el dolor de cabeza no se deba a un simple resfriado, sino a un tumor y, por lo tanto, lo que requiere no sea acetaminofén, sino una inmediata intervención quirúrgica.

Desde el 30 de abril hasta la fecha (16 de mayo), se han apuntado armas hacia un nuevo objetivo: el liderazgo emergente. Recientemente, un exministro de defensa de un país latinoamericano exponía que lo que sucede en Venezuela, es que tres generaciones de políticos ven con recelo que un recién llegado pueda borrarlos de la escena, y por ello, esas generaciones de políticos tradicionales estarían haciendo todo lo posible, para que el nuevo liderazgo venezolano fracasase.

Los análisis internacionalistas especulan que si Rusia negocia con EEUU, a cambio de su permanencia en Crimea, que si el problema es que las decisiones se toman en Cuba, o que si hay que resolver primero el problema del ELN, el Hezbola o la deuda que se tiene con China. Son tertulias interesantes para un salón de clases, pero hasta ahora han servido de poco para salvar del hambre y la muerte al pueblo venezolano.

… tres generaciones de políticos ven con recelo que un recién llegado pueda borrarlos de la escena…

El pueblo de Venezuela está siendo exterminado, aunque no con tanques, si con balas y de manera sistemática y con hambre, violándosele desde hace años, valores civiles, políticos, económicos y sociales a través de la escasez y falta de acceso a alimentos y medicinas. Amnistía Internacional, Hambre de Justicia, crímenes de Lesa Humanidad en Venezuela.

Solos, no lo vamos a lograr

Pero la dictadura en Venezuela ha acabado también con la idiosincrasia, el venezolano del 2019 es un individuo aletargado y esquivo de la realidad, esa alegría que lo caracterizaba se ha vuelto un mecanismo de defensa que convierte lo trágico en comedia; pero en el fondo lo que hay es una gran tristeza, el venezolano se ha convertido en un pueblo triste, lo han convertido en un pueblo triste, le han arrebatado su alegría.

Quizás esa culpa que siento, es la culpa de toda una generación, que dice mucho pero que hace poco. Solos, no lo vamos a lograr, elecciones no son por el momento una prioridad. La violencia no es la única salida, un buen bofetón a tiempo no es maltratar al niño, es prevenir conductas impropias en el adulto; pero el engendro venezolano no es precisamente un chiquillo, ya cuenta con veinte.

El amor y el interés se fueron al campo un día, ¿pudo más el interés que el amor que te tenía?

Jueves 16 de mayo 2019
A Dayse Bolívar

100 DÍAS CONTRA VIENTO Y MAREA

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Belén González / @mbelengg

Evaluar los primeros 100 días de una nueva administración es casi una tradición en nuestro continente, y es que según los entendidos, este período permite no sólo reconfirmar el estilo de liderazgo del nuevo presidente, sino su capacidad de gestión, nivel de negociación e influencia.

Este lapso, de poco más de tres meses, heredado del plan de estabilidad y recuperación implantado por el Presidente de los Estados Unidos Franklin D. Roosevelt en 1933, es la oportunidad para que el recién electo mandatario impacte positivamente la percepción del electorado, creando una matriz de opinión favorable que será determinante para pasar del discurso de campaña a las acciones concretas de gobierno.

…aglutinar a los venezolanos a pesar de los inmensos niveles de incredulidad, desconsuelo, rabia e incertidumbre de una población impactada por una crisis económica, humanitaria y social…

Este 3 de mayo de 2019, se cumplen los primeros 100 días de gestión del Presidente Interino de Venezuela, Juan Guaidó, y si bien se trata de un «mandato» atípico que no se enmarca en el concepto tradicional de gobierno en ejercicio, lo cierto es, y a los recientes acontecimientos me remito, que la “Operación Libertad”, como bautizó desde el principio su plan de acción para la recuperación del país, cuenta con más aciertos que críticas con genuino sustento.

Si hacemos un recuento general, debemos señalar que el primer gran logro del Presidente Guaidó en estos 100 días, ha sido aglutinar a los venezolanos a pesar de los inmensos niveles de incredulidad, desconsuelo, rabia e incertidumbre de una población impactada por una crisis económica, humanitaria y social sin precedente en un país que, hasta hace 20 años, se percibía como rico, pujante y con un futuro prometedor.

Ha sido incansable en llevar, personalmente y por todo el país, su mensaje sustentado en tres pilares: Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. No en vano, las actividades de calle, más allá de los intentos de saboteo de la dictadura, son una constante.

Captar la atención internacional. Millones de ojos, medios, políticos, intelectuales, dirigentes y gobiernos, finalmente atestiguaran y asumieran lo que realmente pasa en Venezuela.

Cabildos, asambleas ciudadanas, concentraciones, marchas, cierres de calle, cacerolazos, no sólo refuerzan el liderazgo de Juan Guaidó, sino que dan fuerza a una lucha comprometida con la salida de un régimen asesino que responde a la disidencia con represión a través de grupos de exterminio. Si alguno necesita un ejemplo concreto, le puedo mencionar el video de la tanqueta militar arrollando sin misericordia a los manifestantes concentrados en la autopista frente a La Carlota.

En segundo lugar, este muchacho de Caraballeda, a quien respeto y reconozco como presidente de mi país de origen, logró contra todos los pronósticos captar la atención internacional. Un megaconcierto y el intento de hacer llegar ayuda humanitaria a través de las fronteras de Colombia y Brasil sirvieron como escenario para que millones de ojos, medios, políticos, intelectuales, dirigentes y gobiernos, finalmente atestiguaran y asumieran lo que realmente pasa en Venezuela.

Con decisión y un coraje que muchos quisieran, burló las amenazas y restricciones impuestas por Maduro, cruzó la frontera, visitó varios países, y ante la mirada atónita de todos, regresó entrando como un ciudadano cualquiera por el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, dejando al régimen en ridículo, y al dictador, echando espuma por la boca. En respuesta a su osadía, éste lo inhabilitó políticamente por 15 años, pero eso no le ha importado, ni a él, ni a nadie, porque Nicolás ya no tiene tal facultad.

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No tiene miedo, y esa valentía, más un plan de acción bien orquestado, abrieron el camino para un tercer gran logro, inesperado y reconfortante: el reconocimiento de su investidura como Presidente Interino por más de 60 países y organismos internacionales, además del respaldo público y directo del gobierno de Estados Unidos.

Se suma a sus aciertos en estos 100 días de presidencia interina, el haber hecho tambalear a las Fuerzas Armadas. El llamado de Guaidó a esos soldados que son tan venezolanos como cualquier otro ciudadano, ha multiplicado la deserción en los niveles bajo y medio. A estas alturas, nadie puede negar el desequilibrio en el sector castrense, especialmente después de que el propio Ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, cometiera el desliz de aceptar, en cadena nacional y parado al lado del propio Nicolás Maduro, que efectivamente había negociado con los Estados Unidos.

…un tercer gran logro, inesperado y reconfortante: el reconocimiento de su investidura como Presidente Interino por más de 60 países y organismos internacionales.

Por otra parte, Guaidó, hombre de personalidad serena y verbo respetuoso, se ha dedicado a tejer, con trabajo de hormiguita, una red de alianzas que van dando fruto, a pesar de la impaciencia de quienes creen que todo se resuelven en 24 horas. Por cierto, él no es perfecto, lo ha dicho muchas veces, por eso quienes sólo están pendiente de los desaciertos, deberían ponerse a pensar que los trapos sucios se lavarán dentro de la casa, y más adelante, tras lograr el cese de la usurpación.

Le han llovido críticas porque abrió la participación a personajes de la política que no son muy bien vistos, pero eso es cónsono con su misión de sumar, de aglutinar alianzas, porque lo que importa es el objetivo. Hizo posible la unificación de un país, en el que hablar de unidad -política-, provoca un escozor por demás comprensible, y aunque no tiene un gabinete, propiamente dicho, nombró a 18 embajadores en América, Europa y Oceanía; un representante ante la Organización de Estados Americanos, y otro en el Banco Interamericano de Desarrollo.

Convocó un levantamiento ciudadano como parte final de la “Operación Libertad” y los venezolanos, en todo el país, respondieron al unísono…

Ha resultado tan comprometido y eficiente el Presidente Interino de los venezolanos que también dejó en ridículo al “todopoderoso” delincuente Diosdado Cabello, quien lo retó a liberar a Leopoldo López. Su respuesta fue un indulto presidencial, y pueden decir lo que quieran, pero el madrugonazo del 1ero de mayo, con Guaidó y López de protagonistas, fue épico.

Hace más o menos 72 horas, Juan Guaidó convocó un levantamiento ciudadano como parte final de la “Operación Libertad” y los venezolanos, en todo el país, respondieron al unísono, y siguen respondiendo con un coraje admirable a pesar de la violenta respuesta de la dictadura apalancada por colectivos armados, que hieren y asesinan con impunidad. Si lograr esa reacción en un pueblo no es liderazgo, ustedes me dirán qué es.

Las redes sociales y algunos medios dan fe de todo lo que ha sucedido a lo largo de estos agitados 100 días, y aunque unos cuantos insisten en decir que el “efecto Guaidó” se ha desinflado, y que su presencia no implica un cambio real para el país, lo cierto es que los hechos demuestran todo lo contario.

Puede que no sea el próximo presidente electo de Venezuela, pero sus primeros 100 días de lucha, sacrificio y absoluta convicción, confirman que Juan Guidó es un líder en positivo, que tiene en su haber logros concretos que demuestran su capacidad de gestión; habilidades como negociador que lo han colocado en la escena internacional; y un nivel de influencia que le ha ganado no sólo corazones, sino el respeto de quienes lo siguen y lo adversan.

¿QUIÉN ES EL ENEMIGO?

Guerra en Twitter

Belén González / @mbelengg

Twitter, más que una red social para exponerse ante los demás, es un espacio para la política, al menos en la Venezuela actual. Gracias a esta herramienta, quienes están allá se mantienen al día sorteando los sesgos y dificultades para tener acceso a la información, y quienes estamos fuera, nos sentimos más cerca del país que nunca ha dejado de importarnos.

Se trata de un escenario en el que día tras día, especialmente desde el pasado 23 de enero, se enfrentan el dictador Nicolás Maduro y sus acólitos, con su retórica de conflicto y mentiras; con una oposición liderada por el Presidente Interino Juan Guaidó, amalgamada en un discurso de esperanza, de lucha por el rescate del país, que deja al régimen desdibujarse por sí solo con sus acciones. Se trata de una guerra táctica en la que dos enemigos combaten con municiones ideológicas rápidas, versátiles y eficientes con apenas algunos caracteres.

… cada grupo y  subgrupo, diseña su estrategia comunicacional, y en consecuencia, teje la red necesaria para la multiplicación de su mensaje, porque todos los bandos tienen claro el poder de penetración de Twitter

En 2007 Twitter se convirtió en un espacio abierto y su acelerado crecimiento extendió su dominio a prácticamente todos los espacios de la vida pública. Seguramente Jack Dorsey y su equipo, no llegaron a dimensionar el efecto que tendría en la sociedad su proyecto de microblogging.

En apenas unos años, gracias especialmente a los teléfonos inteligentes y tabletas, la red del pajarito azul se consolidó como la plataforma de comunicación bidireccional perfecta para crear comunidades, informar, generar matrices de opinión, e incluso, vender servicios, ideologías y productos.

La política no podía escapar a tal irrupción, en particular porque esta red de mensajería demostró desde temprano su potencial para manifestar ideas, opiniones, hacer críticas, exigir a los gobiernos el cumplimiento de sus obligaciones, y motorizar manifestaciones de protesta, sobre todo en aquellos países sometidos a férreos controles gubernamentales.

Su poder como caja de resonancia para promover cambios sociopolíticos se hizo tangible durante la llamada la Primavera Árabe, en el año 2011, cuando las protestas convocadas a través de la red y las réplicas que se conocieron a escala mundial gracias a Internet, desencadenaron la estrepitosa caída de las dictaduras de Ben Ali, en Túnez, y Hosni Mubarak, en Egipto.

… en esta guerra de intereses políticos, hay quienes le dan a la herramienta un uso equilibrado, y otros, que maniobran para tener ventaja a la fuerza.

Hablando precisamente de manifestaciones, protestas y gobiernos que cercenan libertades, no es un secreto que Twitter se ha convertido en Venezuela, con sus más de 13 millones de suscriptores, en el principal termómetro de opinión pública. Esta red social es, de hecho, la herramienta principal de los venezolanos para mantenerse informados, manifestar sus opiniones políticas, criticar e interactuar sobre temas fundamentales.

En esta variopinta y pluricultural comunidad criolla se dibujan tres grandes grupos de “twitteros”: los dirigentes gubernamentales y afectos al régimen, los líderes de oposición y opositores, y finalmente, quienes no tienen un bando político, cada uno integrado, a su vez, por pequeñas peñas que responden a intereses particulares, en ocasiones extremadamente obvios.

En función de sus objetivos, cada grupo y subgrupo, diseña su estrategia comunicacional, y en consecuencia, teje la red necesaria para la multiplicación de su mensaje, porque todos los bandos tienen claro el poder de penetración de Twitter. Pero en esta guerra de intereses políticos, hay quienes le dan a la herramienta un uso equilibrado, y otros, que maniobran para tener ventaja a la fuerza. Tal es el caso de la dictadura chavista que desde hace bastante más de una década se concentra no sólo en vigilar todo lo que se dice en Twitter, según ellos, con la intención de apalancar el fortalecimiento de la defensa nacional, pero se sabe que más bien se trata de un mecanismo para controlar un espacio natural de la disidencia.

Algunos dirigentes políticos, gente de medios de comunicación, e influencer parecen haberse dejado seducir por el lado oscuro…

Para contener al enemigo, el gobierno chavista diseñó una batería legal que usa sin reparo contra activistas de oposición, ciudadanos con una opinión política que le es adversa, y periodistas. Entre la que destaca especialmente la Ley contra el Odio por la Paz, la Convivencia y la Tolerancia, que contradiciendo la libertad de expresión garantizada en la Constitución Nacional, impone multas y penas de prisión de diez a veinte años para quienes inciten al odio o la violencia a través de cualquier medio electrónico, y faculta a las autoridades para bloquear los sitios web que, a su juicio, promuevan tales mensajes.

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Pero además, para promover un apoyo popular con el que evidentemente ya no cuenta, el régimen hace uso indiscriminado de una red de “bots” o cuentas automatizadas, un pecado venial, considerando que la oposición hace lo propio para multiplicar su mensaje; y como complemento, se ocupa con regularidad de introducir distracciones temáticas en la pajarera para desviar el debate, secuestra los hashtags o etiquetas de la oposición a fin de interferir en las discusiones para promover la división, y se da el lujo de enfrentar a grupos opositores que, al menos en teoría, forman parte del mismo bando.

Y decimos en teoría, por cuanto algunos dirigentes políticos, gente de medios de comunicación, e influencer parecen haberse dejado seducir por el lado oscuro hasta convertirse en los principales promotores de la llamada propaganda negra en las redes sociales.

…el régimen hace uso indiscriminado de una red de “bots” o cuentas automatizadas, un pecado venial, considerando que la oposición hace lo propio para multiplicar su mensaje…

Ellos parecen dedicados a criticar todo lo que rodea al Presidente Interino Juan Guaido, viven buscándole “la caída” como diríamos en criollo, sembrando dudas, cizaña, sin sabor, con exageraciones, verdades a medias, opiniones envenenadas y peticiones sin sentido. Parecen no ser conscientes de que se les notan las costuras, su amargura es la evidencia de cuánto les afecta “no estar en la jugada”.

Cuando leo comentarios de este tipo en la pajarera, me pregunto ¿quién es el enemigo?, y responder algo que debiera ser simple es difícil. La razón, el juego de intereses de la política, en la que todos intervienen. Sin embargo, me da pesar con el Presidente Guaidó que por estar en el juego tiene que “llevar palo” del desgobierno y de “esa” parte de la oposición.

Sería bueno, buenísimo, que los negativos, los apocalípticos, los que viven diciendo que las marchas no sirven para nada, que Venezuela no avanza, que el país se sigue hundiendo por culpa de Guaidó, que es momento de hablar de elecciones y candidatos presidenciales, nos iluminen con sus alternativas para consolidar de inmediato el cese de la usurpación, primer paso para un verdadero futuro en el país.

Pero dudo mucho que tengan un plan, si lo tuvieran, estarían ellos liderando la oposición y no escribiendo tanta paja en las redes sociales.