PERDONAR ES OLVIDAR

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

No es un asunto etimológico, sino humano, Sí, una palabra que está en el tapete nacional e internacional, o como diríamos en estos tiempos, es viral. ¿En qué nos hemos convertido?, ¿qué tan lejos estamos de ser iguales o más monstruosos que los del régimen?, ¿cuánto hemos dejado que el odio irrigue por dentro?. Somos presa de una barbarie emocional, que forcejea, va dando tumbos, que busca refugios, que busca salidas, que anda en un zigzag tumultuoso, que va mutando mientras se aferra a la esperanza.

A manera de alternativa vengo haciendo internamente un ejercicio reflexivo, sobre cómo conducirme frente a los hechos que se han venido produciendo últimamente. ¿Por qué no es una tarea simple?  Por cuanto no se trata de un problema común; es uno que supera el raciocinio, la capacidad de asombro. Tener problemas comunes era nuestra vida antes, situaciones medianamente complejas acerca de economía, de política, de aspectos sociales cercanos. Pero esto, caramba, esta bola de nieve, esta avalancha que se empeña en arrasar con todo y todos, nos lo ha puesto difícil. Es un pulpo gigante, un Kraken cuyos tentáculos nos va sacudiendo por fuera (nuestra realidad, nuestro entorno, nuestro país); y por dentro (pero impetuosamente en nuestras emociones, en lo que sentimos y deseamos).

¿Cuánta expectativa teníamos respecto a la posible entrada de la ayuda humanitaria este 23F? Confieso que yo, no mucha, pero no por falta de fe o esperanza, es que conociendo al enemigo, sólo un milagro haría que transformaran tanto odio, tanta saña, esa despiadada manera de conducirse en palabras y hechos, en un acto humanitario. Ellos no saben de humanidad.  Aparte de que consentirla, igual se convertía en una suerte de derrota, que no están dispuestos a tolerar. Pero además, sin dejar de sentir repudio, sufrimiento e impotencia ante la situación país, estamos obligados a pensar y analizar desde otro prisma, aprender del juego político, de lo que han catalogado como una partida de ajedrez, donde cada movimiento está clara y firmemente ensayado.

Es un proceso complejo por demás, pero después de lo que conseguimos conocer ayer, es inevitable que nos invadiera la pena, se nos desgarrara por dentro la vida; que una mezcolanza de emociones nos hiciera hasta perder el raciocinio; y permitirlo, justamente es lo que quieren.

Como me dijo un amigo “hay que se ser demasiado disciplinado emocionalmente, para evitar que el odio no se apodere de nosotros”, y cuando pienso en ello, escucho a Martin Luther King, decir “La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad, sólo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar el odio, sólo el amor puede hacerlo”. Sin embargo, lo de ayer, lo del viernes, lo del año pasado, lo del 2014, o el 2017, lo de cada día desde hace 20 años, te confunde y te hace odiar, sin pensar en el perdón.

Esto de llamarlos usurpadores es una gansada, es negarnos a ver hacia atrás, mucho más atrás. SON ASESINOS EN SERIE. Y en efecto, cuando era un Gobierno legal, se encargó de decretar oficialmente la muerte, fue mucho antes que ayer. A los Pemones no los mataron el viernes, lo vienen haciendo hace años cuando les arrebataron sus creencias, sus orígenes para la explotación endemoniada de las tierras donde habitaban; cuando les negaron las vacunas y mueren consecuentemente de malaria, de tuberculosis o envenenados con el agua, mientras los presumen como simbología en el papel moneda.

Son tan viles, que disparan y le pretenden decir al mundo que la gente se atraviesa en la línea de fuego; te dan una patada por el culo y dicen que le has ensuciado la bota; que por capricho los niños con cáncer o diabetes, prefieren morir antes que traicionar el legado. Son tan nefastos que impedir la entrada de las tres gandolas ayer 23F (cargada de alimentos y medicinas), es equiparable a asesinar a 40 mil venezolanos. Traidores a la Patria, traidores de la libertad, del futuro. Se han convertido en asesinos masivos. Y por eso, aunque no es lo que uno desea, entiendo que la gente no quiera amnistía,  que se sienta la sed de venganza, que los queramos ver en cadena nacional, entrando en celdas o peor aún, en paredones de fusilamiento; hablamos de venganza antes que de justicia (del hombre o divina), porque han sido dos décadas eternas de injusticia tras injusticia, y quizá se nos hizo común, como también se nos es cotidiano hablar de la muerte, como un número o una cifra pero a veces alejados de la vorágine que ésta reviste; como nos hemos acostumbrado a hablar del hambre, sin que nos pegue en el estómago; como nos hemos acostumbrado a hablar de la tortura, de las desapariciones, de la huida, del pesar, a veces hasta con frialdad.

Se hace entonces, imperativo, darle lugar adecuado a cada cosa: administrar la frustración, la desesperanza y el dolor, para transformarlos en fortaleza, ¿Que cuesta?, por supuesto, pero eso no nos hace débiles; por el contrario, modifica la actitud que debemos tener frente a las jugadas que, de lado y lado, se van a comenzar a dar, indefectiblemente, apostando a nuestro favor. Hay demasiado en juego, en un tablero, cuyas estrategias quizá no entendemos.

Sin secretos y sin vergüenza, la maldad que los mueve, los ha mostrado al país entero, al mundo entero, como lo que son: ASESINOS, pero después “del inventario de miseria que habita en el desalmado cuerpo” del asesino mayor, como ha señalado un apreciado amigo, tras largos días de sanidad mental y espiritual, ellos serán parte de la historia necesaria para refundar al país, pero nuestra mayor labor, será impedir que el odio nos domine y nos arrebate lo que siempre nos ha caracterizado como pueblo: la humanidad, la solidaridad y la gallardía para impedir que vuelvan héroes de paja que repartan cajas de cartón llenas de desespero y desesperanza, pues Venezuela ha de aprender la lección, ha de convertirse en reina y no en doncella de héroes de pacotilla, desde el perdón.

 

 

UN MILLENNIAL PRESIDENCIAL

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Belén González / @mbelengg

Me pidieron mi opinión sobre los discursos de Juan Guaidó, y el requerimiento me tomó por sorpresa, porque la verdad no me había sentado a escuchar con seriedad al dirigente de Voluntad Popular, al diputado que en enero de 2019, y para sorpresa de muchos, se convirtió en el Presidente Interino de mi país. No sé si la pregunta vino porque tuve el privilegio de estudiar lingüística o, porque durante años, ayudé a muchos dirigentes políticos venezolanos a mejorar su línea discursiva con el apoyo de una tripleta profesional que aún sigue dando frutos.

Para responder con base certera, decidí escuchar y ver con atención a este hombre, joven pero formal, directo pero sencillo, frontal, contundente, que hoy protagoniza una serie de acción y aventura más atractiva y envolvente que cualquiera de las que ofrece Netflix, y de la cual estamos disfrutando cada capítulo. No es un comentario banal, es una metáfora para dibujar cómo, finalmente, la historia de la lucha por la democracia en Venezuela está llamando la atención del mundo.

…un mensaje claro, visionario, franco y empático…

Si bien lo que estamos viviendo los venezolanos es profundamente esperanzador, es importante tener claro que no es producto del azar, sino el resultado del trabajo que miles, y quizás millones de demócratas, vienen haciendo desde hace años, así como del sacrificio de muchos. Ahora bien, el rostro visible de todo este esfuerzo es Juan Gerardo Guaidó Márquez, quien con un mensaje claro, visionario, franco y empático, ha hecho despertar a un pueblo adormecido por el sufrimiento y la necesidad.

Desde ese primer discurso como nuevo Presidente de la Asamblea Nacional, el mensaje de Guaidó ha sido coherente, con énfasis en lo positivo, y con una envidiable capacidad para dar en el blanco. Pero una de las cosas que más impresiona es la perfecta unidad entre lo lingüístico y lo paralingüístico. Sus palabras, movimientos, gestos y presencia van siempre en la misma dirección.

Impacta además, el hecho de que en el camino, aunque todavía corto, va demostrando ser un hombre de palabra. Recordemos por ejemplo que, en aquel primer discurso, cerró diciendo: “¡Nicolás, el 10 de enero esta Asamblea no te va a juramentar!”; una promesa que estamos viendo cumplida. En la universidad aprendí que se pueden hacer cosas con las palabras, y eso es precisamente lo que está haciendo Guaidó.

Que al principio parecía un poco nervioso al hablar, diría que sí, pero creo que es natural si consideramos que se está montando en los hombros un país maltratado, quebrado, convulsionado, deprimido, y hasta rabioso. Pero ni su discurso, ni su metalenguaje, han demostrado miedo sino todo lo contrario. Cada paso que da tiene el acierto de la planificación y la certeza del objetivo, no en vano, asumió como Presidente Interino el 23 de enero, una fecha emblemática para la democracia venezolana.

…escuchándolo se evidencia que inteligencia, prudencia y humildad son sus consignas al hablar…

Con los días se nota como crece su confianza y eso es producto del respaldo popular. Venezuela, y el mundo, han escuchado claramente su voz, su mensaje, y su presencia los ha cautivado. Cuando se refiere a sí mismo, se define como un servidor público, pide con insistencia que no se idealicen su figura, “todo esto no es gracias a mí …”, escuchándolo se evidencia que inteligencia, prudencia y humildad son sus consignas al hablar.

En cada una de sus apariciones públicas, las palabras unidad y unificación son protagonistas del discurso. Habla de certezas, de una visión de futuro que debe concentrarse en el presente, lo que indica que tiene claro la importancia de manejar los tiempos para no desilusionar con falsas expectativas. Modula con cuidado, sin dejar de matizar la voz para mantener el interés de la audiencia y dar fuerza a su mensaje; no descuida el contacto visual y gesticula con sus manos con mucha naturalidad.

Sus palabras se enmarcan en argumentos y ejemplos concretos, y tocar las emociones de su audiencia pareciera resultarle sencillo; los conoce, nos conoce, sabe lo que hemos vivido, porque él ha recorrido el mismo camino, por eso el dominio en cuanto a qué decir, cuándo y cómo.

Tiene lo necesario para conectarse con gremios, jóvenes, sociedad civil, militares; pero además, está en capacidad de hablar con cualquier nivel de gobierno en el exterior, y lograr su objetivo. Pero debo confesar que lo que me cautivó al escucharlo, es que en su discurso siempre aparece dignamente enmarcada alguna línea de nuestro Himno Nacional, lo que deja ese sabor a patria cuando lo escuchas.

…está marcando pauta con su estilo innovador…

No conozco a Guaidó, y reconozco además que hasta ahora sabía poco o nada sobre él, y aunque seguramente no es perfecto, debemos tener claro que nadie lo es, pero este millennials, calificativo que muchos creen negativo pero que en realidad describe a una generación conectada, que entiende el valor del mundo multiglobal en que vivimos, preparada académicamente, digital, emprendedora, y con altos valores sociales y éticos que se sabe dueña del futuro, está marcando pauta con su estilo innovador.

Es joven, pero sabe dar valor a lo que importa y no sólo con palabras. Su traje y corbata, que rescatan la dignidad del otrora Congreso Nacional, hablar siempre desde un podio creando un marco protocolar que no rompen su frescura y simpatía, y estar siempre rodeado de gente y no de escoltas, hacen una gran diferencia. Por eso no me extraña la envidia que ha despertado en el dictador que busca copiarlo en forma y fondo, pero ni la banda presidencial, ni el volver a llamarse “hijo de Chávez”, le servirán a Maduro para superar a quien irrumpió con fuerza hablando desde el corazón.

MADURA MIJO…

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Belén González / @mbelengg

Parece mentira que tengas 56 años, y que a estas alturas de tu vida no hayas madurado Nicolás. Al respecto tengo dos teorías, la primera es que eres un verdadero cara e ‘tabla, como decimos en criollo; y la segunda, que tu coeficiente intelectual no es básico, sino mínimo.

La muestra más reciente de tu inmadurez está en los anuncios que hiciste al descubrir que el movimiento para que la Ayuda Humanitaria ingrese a Venezuela es en serio. A mi realmente no me extraña, pues por lo general, te comportas como un niño malcriado de 5 años que, cuando no obtiene lo que quiere, forma una pataleta de esas con llanto, grito a todo pulmón y revolcada en el piso incluida. Lo que sea necesario para llamar la atención.

Aún me pregunto cómo se te ocurrió anunciar públicamente que recibirás ayuda humanitaria de Rusia -y que la vas a pagar- después de jurar, rodilla en tierra, que en Venezuela no había ninguna crisis humanitaria, sino un intento de desestabilizar el país por parte del Imperio.

Pero además, cuando dijeron que artistas internacionales se irían a Cúcuta para cantar en el Venezuela Aid Live, en especial varios de los que han dejado de ir al país por tu culpa, tu reacción de absoluto berrinche fue mandar a organizar a última hora un “súper concierto” de tres días, igualmente en la frontera con Colombia, y ponerle nombre en inglés: Hands Off Venezuela. Va a dar pena ajena ver al montón de estrellas “estrelladas” que se subirán a ese escenario.

…no aguantas la pela que tú mismo te has ganado por bestia…

La verdad es que no aguantas la pela que tú mismo te has ganado por bestia. Nicolás, eres un payaso. No se puede poner en duda que la inteligencia básica que mantiene medio funcionando el narco Estado, definitivamente no está en tu cerebro.

Tus metidas de pata son ya históricas, reconocidas públicamente como señal inequívoca de brutalidad, porque ni los más fuertes alucinógenos pueden parir ideas tan “brillantes” como las tuyas; aunque sinceramente lo más grave es la total desconexión entre tu cerebro y tu boca, porque lo que has dicho y dices está más allá de la ciencia ficción.

En lo lingüístico eres cuando menos un desastre. Diste pena ajena, cuando en el desubicado afán por diferenciar los géneros, hablaste de millones y millonas, de libros y libras. Y tu escasez de contenido, quedó demostrada cuando queriendo citar la Biblia afirmaste que “Cristo multiplicó los penes”, una genuina falta de educación y respeto, además.

Si hablamos de religión, aunque en tu biografía dice que eres católico, fuiste discípulo de Sathya Sai Baba desde 2005, quizás por eso no extraña tanto que hayas hecho el ridículo al afirmar que “Cristo redentor se hizo carne, se hizo nervio, se hizo verdad en Chávez”, y lo peor, fue cuando se te ocurrió declarar que el difunto, negoció con Cristo el nombramiento de Bergoglio como Papa. Es decir, que además de lo dicho, eres un blasfemo.

Tu encumbrado conocimiento sobre política y diplomacia te llevó a asegurar que el “socialismo del siglo XXI” tiene como enemigo principal al Imperio, y a sus secuaces, entre ellos el Hombre Araña, a quien calificaste como cómplice de la «fábrica de antivalores» que fomenta la «violencia» entre los jóvenes de Venezuela. Sólo puedo acotar, fin de mundo o qué calidad de mamarracho.

Cuando hablas de historia dices improperios como que Simón Bolívar fue huérfano de esposa a los 17 ó 18 años. Y hablando de medidas económicas para combatir la crisis dijiste que un sistema con un sólo tipo de cambio «sería un autosuicidio colectivo de la economía del país». Voy escribiendo y no sé si reírme o llorar amargamente por el tiempo que hemos estado en tus peligrosas manos.

Te has dado el tupé de decir que las “autoridades” venezolanas trabajan las 35 horas del día, y son tan proactivos que pudiste crear una institución tan vital para el funcionamiento del país como el Viceministerio para la Suprema Felicidad Social; que por cierto, ha resultado en exceso “eficiente”. Me cuesta no ser irónica, lo siento.

…Debimos darnos cuenta hace tiempo de que no sabías, y que nunca sabrás dónde estás parado…

Debimos darnos cuenta hace tiempo de que no sabías, y que nunca sabrás dónde estás parado. Entre los primeros indicadores, recuerdo cuando dejaste ver que no entendías ni siquiera las unidades de medidas, porque solo tú dirías en público que no podías dudar “ni un milímetro de segundo” sobre el valor de Chávez.

Fuimos tontos, y casi tan escasos de inteligencia como tú, al no darnos cuenta de que en el afán por justificar lo injustificable declaraste públicamente, el mismo día en que Chávez murió, que “fuerzas oscuras” le habían “inoculado” el cáncer. Una locura para explicar por qué a pesar del Patria, Socialismo o muerte venceremos, el tipo se murió.

Y cuando no había pasado ni un mes de muerto y enterrado, quizás producto de una “pepa” de éxtasis, afirmaste que el difunto se te apareció en forma de pajarito chiquitito, y que este te vio raro, silbó un ratico, dio una vuelta y se fue. Pero ahí no quedo la cosa, porque hasta lo viste en una imagen plasmada en el Metro de Caracas. Sin comentarios.

Nicolás eres, sin duda, un personaje de caricatura, un bufón del que simplemente hay que reírse, porque son demasiadas las incongruencias en tu carrera política, excesiva tu mediocridad. De hecho, estoy convencida de que ni envolviéndote en periódico vas a Madurar.

DESCONCERTANTE CONCIERTO

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Dante Garnique  / @dantegarnique

La Venezuela del 2019 podría pasar a la Historia Universal como la Grecia del siglo XXI, o como nada.

La idea de democracia es, para la mayoría de los contemporáneos, una especie de concepto sagrado. En este siglo en el que nos ha tocado vivir, es menos riesgoso cuestionar la sexualidad de los ángeles, que la idea de democracia.

Venezuela es un país que fue conocido durante mucho tiempo, por tres razones:

1) Una raza especialmente atractiva.

2) La mayor riqueza petrolera del mundo y

3) La democracia más moderna de la región.

En Europa, Venezuela es sólo una palabra. Dependiendo del nivel de instrucción, un ciudadano europeo común, puede que alguna vez en su vida haya escuchado o leído la palabra: Venezuela. Para los europeos, Europa es el mundo. Ellos son algo así como los “maracuchos» del mundo.

…para los estudiosos de los fenómenos sociales, el caso venezolano no es aún muy atractivo…

La dictadura neofascista venezolana es una pequeña referencia intelectual para ciertos círculos de estudio muy actualizados; pero para los estudiosos de los fenómenos sociales, el caso venezolano no es aún muy atractivo, no está todavía claramente definido. Está en desarrollo y hay mucho material de estudio previo, de mayor interés cognoscitivo.

Que se conozca o no lo que viene ocurriendo en Venezuela desde hace 20 años, depende de los venezolanos y aunque parezca redundante, creemos que es muy importante ser explícitos con ese señalamiento, ya que en este momento (22.02.2019), cuando el tema venezolano ha captado la atención de actores y medios de comunicación internacionales, el mensaje más vigoroso que se emite desde el lugar de los hechos de la dictadura neofascista, es el de la realización de un megaconcierto.

Resulta difícil entender cómo en una nación que ha sido devastada durante 20 años por un régimen asesino y vulgarmente despiadado, sus fuerzas políticas dedican tiempo, energías y dinero a la organización de un espectáculo musical.

Que la organización del espectáculo obedece al apoyo de instancias internacionales, acordemos, pero ¿no hubiese sido sensato que alguien le dijera a esos “organizadores externos” que en Venezuela hay mucha viuda, mucha madre sepultando a sus hijos  y mucho preso que llora, como para andar organizando híper mega espectáculos?

No, que es para presionar al régimen para que permita la entrada de la ayuda humanitaria. ¿Armando una fiesta?

Veamos, ¿qué se logró con el mega espectáculo? ¿sacamos al dictador?, ¿los organizadores perdieron dinero?, ¿los venezolanos tienen ahora mayores expectativas de vida gracias al concierto?

¿Cuánta firma comercial desaprovechó la ocasión para promocionar su producto, como si se tratase de un certamen de belleza, un mundial de fútbol, un súper tazón o una boda real?

Y el dictador allí.

Que los tiempos de la política tienen su propia lógica. Ah bueno, comencemos entonces a organizar conciertos anuales hasta que la dictadura decida que su tiempo terminó.

Que se logró el ingreso de la ayuda humanitaria.  El camino hacia el infierno está lleno de buenas intensiones, reza el dicho.

En el recuerdo del mundo entero quedarán las actuaciones de los artistas; pero la atención que después de 20 años se había logrado atraer sobre la desgracia que vive el pueblo venezolano se disipará.

No, no vamos bien. No vamos bien porque no hay un objetivo claro. La entrega de miles de kits medicinales no es un mensaje claro para que el mundo entienda lo que se está viviendo en Venezuela.

…Maduro no es un usurpador, es un asesino, un dictador neofascista. Después del concierto, ¿quién entendió eso?…

El retorno de la democracia no es un objetivo. Venezuela podría convertirse en la respuesta al camino de la gobernabilidad moderna si lograse articular una salida a la altura del momento histórico que le ha tocado protagonizar.

Una elección presidencial no es una respuesta a la crisis venezolana. ¿Quién dice que no es mejor un gobierno colegiado electo de manera indirecta?. Que no está previsto en la Constitución, dirán algunos; pero de lo que está previsto en la Constitución, ¿qué se cumple? La nacionalidad del neofascista dictador de Venezuela, por ejemplo.

¿Porqué tanto primitivo culto a la Constitución cuando es pública y notoria su inoperancia? Dos Parlamentos, dos primeras magistraturas, ¿está previsto eso en la Constitución? Una Constitución es un acuerdo firmado, no es una tablilla sagrada con mandamientos divinos.

Venezuela puede reescribir la noción de democracia o proponerle al mundo una nueva forma de gobierno, inédita en la historia, tal como lo hizo Atenas; pero sigue entrampada en un concepto primitivo y decadente: democracia.

Miércoles, 20.02.2019

A mis sobrinos que han nacido en el exilio

MADURA MIJO…

LA VERDADERA RESISTENCIA

LA MÁQUINA DEL TIEMPO

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Belén González / @mbelengg

En 1895, una novela de ficción escrita por el británico Herbert George Wells sembró una semilla de curiosidad que hasta la ciencia ha investigado con seriedad. Su relato -que mezcla aventuras, doctrina social y política-, sigue siendo un referente a pesar de que hace más de un siglo que se publicó, se trata de la Máquina del Tiempo.

Esta novela, basada en la existencia de una cuarta dimensión, encierra un mensaje sobre la dignidad humana y la moralidad, más allá de la invención de un aparato que permita a un ser humano viajar a través del tiempo; un concepto que implica el desplazamiento hacia el futuro y el pasado, aunque en este caso, sin pretensiones científicas y sin mencionar las paradojas, las líneas temporales, ni los elementos sobre la materia que explica la teoría de la relatividad.

…lo cierto es que nuestra desgracia comenzó con aquel intento de golpe del fatídico MBR200…

Con todo lo que está sucediendo en Venezuela, me pregunto cuántos quisieran tener una Máquina del Tiempo para regresar a 1992 y evitar la actual catástrofe, porque lo cierto es que nuestra desgracia comenzó con aquel intento de golpe del fatídico MBR200, con el difunto entre los cabecillas. Ese hecho distorsionó nuestro futuro como nación, y se agudizó por culpa de un grupo de incapaces que, teniéndolo todo para triunfar, ignoraron la importancia de respetar la dignidad humana y la moralidad.

El “líder”, Hugo Rafael Chávez Frías, es el protagonista de una historia que comenzó cuando la señal de televisión nacional inmortalizó su frase “por ahora” catapultándolo a la fama.

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El llamado paladín de los “pata en el suelo”, el Robín Hood de la política criolla, terminó siendo el gran culpable de la quiebra de un país, del hambre, del fin de meritocracia, de la instauración de la violencia, del desarrollo de un narco Estado, y del éxodo más grande en la historia de Venezuela; un país que, en ese entonces, era rico, democrático y respetado, aunque ciertamente no perfecto gracias al juego de la guanábana, es decir, el intercambio del poder entre verdes y blancos, copeyanos y adecos, entiéndase socialcristianos y socialdemócratas.

Sin embargo, la responsabilidad de este futuro oscuro no es exclusivo de Chávez, la comparte con el expresidente Rafael Caldera, quien le dio libertad plena tras pasar dos años preso por el intento de golpe. Fue entonces cuando a Luis Miquelena, según se ha dicho uno de los cerebros detrás del difunto, se le ocurrió que era el momento de usar un disfraz de demócrata…y todo el mundo se comió el cuento, para luego, con los años, pagar con llanto ese fanatismo ciego por “lo nuevo”. Y que conste que no lo digo yo, es historia contemporánea de Venezuela.

Es importante recordar, para entender el presente -ya que hablamos del tiempo y sus paradojas-, que la ruina de Venezuela comenzó el 6 de diciembre de 1998, cuando Chávez ganó las elecciones presidenciales con el apoyo de más del 80 por ciento de los electores del país. Gracias a Dios no me incluyo en ese grupo. Una vez en el poder, movió los hilos con tal finura -siguiendo el guión del comunista Fidel Castro-, que técnicamente nadie lo pudo calificar en su momento como dictador, en el más estricto sentido de la palabra.

…un ser egocéntrico, un tipo grosero, irrespetuoso y colérico, absolutamente convencido de que era el dueño del país y no un servidor público…

Tuvo la astucia para hacer que sus actos de gobierno fueran legales, apropiándose de todos los poderes públicos, y convirtiéndose en un ser egocéntrico, un tipo grosero, irrespetuoso y colérico, absolutamente convencido de que era el dueño del país y no un servidor público.

Para quien tenga lagunas de memoria, vale la pena recordar que en abril de 1999, una vez en ejercicio de la presidencia, consolidó el referéndum constituyente, logrando así modificar la Constitución de 1961, ajustándola de forma precisa a sus planes; y ese mismo año, comenzó su carrera mediática formal con el nefasto programa “Aló Presidente”. En diciembre de ese mismo año, usó la tragedia de Vargas para ganar puntos, jugando a ser el héroe de boina roja, y creo que a muchos se les olvida que en esa época se negó a recibir la ayuda humanitaria de los Estados Unidos (en un acto de malcriadez que ha sido heredado por el actual dictador, y a las pruebas me remito); y que en aquel momento, miles de millones de bolívares que supuestamente se destinaron a la llamada Tragedia de Vargas, se diluyeron por arte de magia sin llegar jamás a destino, las víctimas de aquella catástrofe natural.

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En 2002 la cosa se le puso difícil, huelgas, manifestaciones, marchas, pero el chorro de petróleo, y su precio en el mercado internacional, le daban un piso sólido para resolver cualquier inconveniente. Surgió Carmona y muchos brindamos con champagne, porque claro, aún vivíamos en la Venezuela sibarita, pero las burbujas se disiparon en un dos por tres, tras las erradas decisiones opositoras.

Ese hombre, que acabó con la industria petrolera venezolana (la desmanteló tras quebrar 62 días de huelga de quienes luchaban por el respeto a la meritocracia y a la dignidad) viajó por el mundo, fue amigo de dictadores como Sadam Hussein, Gadafi, Ahmadinejad y Lukashenko; al tiempo que mantuvo al régimen cubano con el que siempre tuvo un cordón umbilical que lo hizo dependiente. Ese hombre fue sin duda el primer tumor de este cáncer que hoy vive Venezuela.

Su escandalosa relación con los mandatarios del sur, fue el principal indicador de una ambición desmedida; no olviden aquella maleta de dólares que Guido Antonini Wilson llevó a Cristina Fernández de Kirchner con el propósito de cubrir ciertos gastos de campaña. Pero sus “donaciones” beneficiaron además a Evo Morales en Bolivia, Ollanta Humala en el Perú, a Fernando Lugo en Paraguay, a Rafael Correa en Ecuador, y por supuesto, a Daniel Ortega en Nicaragua.

…como el Rey Midas volvía oro todo aquello que tocaba, Chávez lo volvía ñoña…

Chávez se las arregló para ser electo presidente, no una, sino tres veces, y acabó con la privatización al nacionalizar la Compañía Anónima Nacional de Teléfonos de Venezuela, la mayor telefónica del país y la Electricidad de Caracas. Las empresas privadas comenzaron a caer, tomadas por la revolución chavista, y al poco tiempo, a desaparecer, porque así como el Rey Midas volvía oro todo aquello que tocaba, Chávez lo volvía ñoña, como decía mi abuela.

Su seguridad crecía, tanto como su ego, hasta llegar a creerse una especie de líder interplanetario, cuya actitud lo llevó a poner la torta a nivel internacional y dejarnos en ridículo, como cuando calificó de Mr. Danger al entonces presidente George Bush o cuando se enfrentó al exmandatario mexicano Vicente Fox, al peruano Alan García, y a su archienemigo, el colombiano Álvaro Uribe.  De hecho, era tan desagradable su forma de actuar que llegó a sacar de sus casillas al Rey de España, durante la XVIII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile en 2007, quien lo puso en su sitio con una sola frase: «¿Por qué no te callas?».

Le dijo farsante al Presidente Barack Obama y mando pal´cipote al primer ministro británico Tony Blair. Removió los huesos de Simón Bolívar, y lo acusaron de hacer brujería a diestra y siniestra, pero al menos, gracias a Dios, no habló con pajaritos ni con muertos como ha hecho el dictador de turno, que nos mantiene de bochorno en bochorno.

…el mayor daño que le hizo Hugo Chávez Frías a Venezuela, precisamente en su lecho de muerte, fue imponer como presidente a Nicolás Maduro…

Y ya que tocamos esa tecla, estoy convencida de que el mayor daño que le hizo Hugo Chávez Frías a Venezuela, precisamente en su lecho de muerte, fue imponer como presidente a Nicolás Maduro para garantizar la continuidad del «proceso revolucionario». Es decir, para garantizar la continuidad del robo, de los abusos, de los excesos, de la corrupción, del narcoestado, del exterminio del pueblo venezolano y sus valores. Y tal como de él se esperaba, el antiguamente chofer de Metrobús, que llegó a canciller y que ahora es el narcodictador de mi país, entendió que su misión terminar de destruir a Venezuela.

Este relato se queda muy corto en relación con todo lo que nos ha tocado vivir, pero en este viaje mi máquina del tiempo quería recordar el génesis de este apocalipsis, a ver si finalmente aprendemos que el voto castigo es peligroso y que los resentidos pueden llegar a extremos inimaginables. Si lo duda, piense en lo que han hecho, y siguen haciendo, los hermanitos Rodríguez, Iris Varela, Diosdado Cabello… sólo por nombrar algunos.

Mas allá de la ciencia ficción, recuerde que todos tenemos una máquina del tiempo, no es un aparato, no requiere de mayores ecuaciones, porque en la vida el pasado son los recuerdos, como los que dibujé en este texto, y el futuro, los sueños, en nuestro caso, el de una nueva Venezuela, libre de la plaga que nos ha sometido.

ASSIM VOCÊ ME MATA


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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Nossa, nossa, Assim você me mata; Ai, se eu te pego, Ai, ai se eu te pego…” Muchos deben recordar esta canción del brasileño Michel Teló, que se hizo famosa en Venezuela. Pegajosa y sabrosa por su picardía. Probablemente, ni era necesario saber mucho de portugués, pero todos nos la aprendimos. La canto como si fuese hija de Roberto Carlos o Nelson Ned, la reencarnación de Simone, pues, con acento carioca, eso sí. Pero con esto me pasa igual que con el inglés, puedo aprenderme una canción (todas las que quiera en realidad); sólo que no tengo idea general de lo que estoy diciendo, un asunto de oído dirían los expertos. Gracias a Dios que ahora YouTube te ofrece traducciones, y hasta la pista para el kareoke en la lengua original.

Cursamos inglés en todos los niveles escolares, desde el jardín de infancia, pasando por la escuela, el liceo y la universidad, pero siento que nunca salimos del “pollito chicken, gallina hen, lápiz pencil; pluma pen”. Cada quien tiene sus habilidades y virtudes. Tengo que reconocerlo, los idiomas no cuentan en ninguna categoría de las mías. Y me he juntado con gente que sí, pero nada se me pegó. Recuerdo que en el liceo, mi mejor amiga, Nora, hablaba fluido y destacaba en clases; y yo, y yo, bueno, ahí cantando Material Girl, I want to breack free, Thriller, Still loving you, y cuanta música fue importada en esos tiempos, sin saber mucho de lo que hablaban.

El panorama no cambió en la universidad, porque entre el presente perfecto continuo y el pasado continuo, yo opté por el futuro simple. Me apoyaba en algunas chuletas o cuando Leonela me soplaba. No es necedad, es que no “Spicko la ingle”.

Entre trabajo, ocupaciones y responsabilidades, nunca me interesé en aprenderlo formalmente (grasso error), pero es que tampoco vi la necesidad, una cuestión de entorno y prioridades del momento.

Cuando creía además que nada podía ser peor y que me había librado de esa barrera idiomática, se me ocurre mudarme a Portugal. Lo único que sabía cuando llegué era saludar de acuerdo a la hora: Bom dia, boa tarde, boa noite. Y volvía a mi mente aquella pegajosa canción.

“Sábado na balada; A galera começou a dançar. E passou a menina mais linda; Tomei coragem e comecei a falar…” Eso último, coraje, me ha faltado, confieso. Antes menos que ahora, eso sí. Entre vergüenza y desconocimiento, atreverme a decir cualquier cosa me paralizaba, y en consecuencia, la adaptación se me ha hecho cuesta arriba. El tipo de trabajo que he desempeñado tampoco ha contribuido mucho, por la falta de roce social. Pero no son excusas, yo no me caigo a pasiones. Edgard Ramírez por ejemplo, habla cinco idiomas, es actor, guapísimo (ese es otro rollo) y vengador de Venezuela. Bueno, yo sólo domino el español, soy periodista y pichón de escritora, fui docente, sé tejer, coser y cocinar, ah y tengo buena mano para las plantas. ¿Ven? Cada quien tiene sus habilidades, la mía no es aprender idiomas. Después de todo, conozco portugueses que vivieron 30 años en Venezuela y nunca aprendieron a hablar español. Al papá de una amiga, que ahora regresó a Madeira, lo único que se le entiende son las groserías, pese a que trabajó durante años atendiendo su puesto de verduras y legumbres en el mercado de Valencia.

Que es una limitante importante, estoy de acuerdo con ello, pero quizá “loro viejo, no aprende a hablar”. Aunque me defiendo. Ya no pido ayuda para solucionar personal o por teléfono cualquier situación, pues en mi escaso dominio, domino lo que necesito. Que hay que pensar en el idioma que se pretende aprender, yo sólo sé pensar en español, razono en español, me encanta el español. Así que, seguramente, más adelante, “Tomo o coragem e começo a falar, e assim você não me mata”.

 

¡QUÉ PENA FRANCISCO!

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Belén González / @mbelengg

Cuando llegaste al lugar que ocupas ahora, aquel 13 de marzo de 2013, tras la quinta votación durante el segundo día del cónclave convocado cuando Benedicto XVI asombró al mundo con su renuncia, me sorprendió tu actitud sencilla, humilde y agradecida.

No sabía quién eras, pues la única referencia que tenía era que habías nacido en Argentina, y en consecuencia, asumías el liderazgo de la Iglesia Católica como el primer latinoamericano, pero también como el primer jesuita.

Esa primera impresión, cuando ataviado como Papa saliste al balcón y pediste por favor que oráramos por ti, llamó mi atención. Decidí escudriñar en lo que se decía sobre ti, sobre tu ejercicio como sacerdote, sobre tu vida. Algo me decía, quizá la intuición, quizá la necesidad de reconectarme con una institución con pies de barro, como El Vaticano, que a la iglesia llegaba una bocanada de aire fresco.

Descubrí que Jorge Mario Bergoglio, era un cardenal bastante peculiar, que vivía en un sencillo apartamento, no tenía servicio, ni chofer, iba a su trabajo en autobús y se cocinaba su propia comida. Teólogo de prestigio, defensor de los pobres, de ideas firmes y moralista ortodoxo. Confieso que sonreí en señal de aprobación.

…no entiendo eso de fotografiarte con dictadores y esbirros de gobiernos dictatoriales…

Me enteré por cierto, que habías dedicado tu vida a la enseñanza y la atención de los pobres, pero que además, en ti había una aguda sensibilidad política, que se dejaba colar en frases como: “el poder como ideología única es otra mentira”. Por eso no entiendo eso de fotografiarte con dictadores y esbirros de gobiernos dictatoriales. Si es por aquello de que todos somos hijos de Dios, me pregunto, ¿Es que acaso ese pueblo al que ellos someten y del que abusan, está compuesto por una categoría inferior entre los hijos de Dios?

Como el Padre Bergoglio te enfrentaste abiertamente al gobierno corrupto de Cristina Fernández, y quienes escribían sobre ti afirmaban que te inclinabas a la izquierda, en lo político claro está, y creo que ahora tienen más razones para decirlo. Sin embargo, cuando como Papa decidiste no usar los zapatos rojos que simbolizan el martirio, pero que son muy finos y hechos a la medida, que escogiste vivir en el área más sencilla posible, que renunciaste a privilegios y decidiste caminar por El Vaticano para hacer nuevos amigos y llamar por teléfono a la gente que necesitara un poquito de Dios, asombrando a todo el mundo, me dije sí, este Papa número 266 de la Iglesia Católica y nuevo jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano, tiene algo distinto.

Supuse, quizá ingenuamente, que contigo esta Iglesia Católica millonaria, encumbrada, lejana, con ínfulas de superioridad y marcada por el pecado mortal de sus propios líderes, podría recuperar su sentido de humanidad, que se esmeraría en demostrar que es fiel al mandamiento de amar al prójimo sin medida. Pero son muchos los momentos en que siento que no ha sido así.

A tu favor, debo decir que en distintas ocasiones tus palabras y acciones me emocionaron y me conmovieron; por ejemplo cuando le tendiste una cuerda a los divorciados, considerados parias por la iglesia; a los homosexuales, calificados de abominación; cuando condenaste la corrupción, y te enfrentaste a quienes llenan sus bolsillos de dinero mal habido y someten a los pueblos. ¿Pero, habrá en esto último un doble discurso?

Al mismo tiempo, acepto que llegaste a la gente joven, a los de otras religiones, que les diste la cara a los escándalos por abusos sexuales y a las denuncias de abuso poder en la Curia; que te concentraste en poner en práctica el lema de tu pontificado “Renueva tu fe”.

No obstante, aunque admiré muchas cosas en ti, no puedo ignorar que ante ciertos temas tu actitud distante y tibia, me ha recordado por qué mucha gente se aleja de la iglesia. Soy católica practicante, y por eso me entristece, esa tibieza ante el sufrimiento del pueblo de Dios. Voy a mencionar un caso concreto, el que me llega directo al corazón: Venezuela.

…Tengo esa sensación de que, en el caso de mi país, los asuntos políticos tienen más peso que la sensibilidad social, que los principios de humanidad, que la doctrina católica…

Y es que hablar de paz en mi país, pedir a los fieles que oren por Venezuela y fotografiarse con algunos líderes de oposición no es suficiente. He llegado a sentir que, en lo que a la tragedia de mi país se refiere, funcionas más como Jefe de Estado que como cabeza de una iglesia que ve a Dios en cada hombre. Tengo esa sensación de que, en el caso de mi país, los asuntos políticos tienen más peso que la sensibilidad social, que los principios de humanidad, que la doctrina católica.

El problema en Venezuela va más allá de los intereses políticos de unos cuantos. Allá, al norte de Sudamérica, hay gente que muere por falta de alimentos, de medicinas, por la violencia generada y mantenida por un régimen dictatorial que se ha hecho rico abusando de un país, de sus recursos, mientras millones nos hemos visto en la necesidad de huir.

Ante esa realidad, Su Santidad, porque aunque te trate de tú y más allá de mi desilusión, no dejo de respetar tu investidura, nunca fuiste tan directo, tajante y franco como lo has sido antes, y este no es un problema reciente, sino un asunto de años.

Cuando mi familia, mis amigos, conocidos y hasta la gente de la calle te fustiga por eso, me toca bajar la cabeza, porque en mi corazón sé que tienen razón, por eso tengo que decirlo: ¡Qué pena Francisco!

Qué pena me da saber que nunca has llamado a la situación de Venezuela por su nombre; que pena esta sensación de que los venezolanos están lejos de ser importantes para ti, piedra angular de mi iglesia; que pena confirmar que mientras el mundo reconoce la dictadura, tú no dices nada.

Sólo espero que no hayas dejado de pedir a Dios por nosotros, y te recuerdo la oración de San Francisco de Asís, ese Santo en quien te inspiraste para cambiar tu nombre.

 “Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz.

Donde hay odio, que lleve yo el Amor.

Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.

Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.

Donde haya duda, que lleve yo la Fe.

Donde haya error, que lleve yo la Verdad.

Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.

Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz”.

EL BOCHINCHE ETERNO

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Hay quienes consideran que la historia es cíclica, que la humanidad se ha encargado de que ciertos hechos no mueran, y por el contario, se mantengan vigentes como réplicas de un terremoto. Esto pudiera estar ocurriendo con Venezuela, pues si bien es cierto que algunas circunstancias han variado respecto a los autores, las víctimas, los perseguidos, los acusados y quienes han encrudecido la cacería de brujas, utilizar a los cuerpos represivos (Guardia Nacional Bolivariana, los colectivos, los pranes), también es una forma de exterminio, de la más sanguinaria aplicación de xenofobia, de la manifestación pura del odio.

Cuando Roma ardió en el 64, los relatos históricos registran aquel acontecimiento -aunque a veces con ciertas contradicciones sobre las causas-, como una estrategia habilidosa del Emperador Nerón, que condujo a la persecución y posterior asesinato de los cristianos, bajo el lema de “hacer justicia”,por considerárseles una amenaza y los autores materiales de aquel fuego que se consumiera a la capital del imperio en cinco días.

Si de exterminios se trata, no hay ejemplo más insigne que el Holocausto. Fueron los nazis, la SS con botas, cascos, pistolas, fusiles y gases, los artífices de la tragedia más vil que la humanidad haya conocido hasta ahora, no sólo por el contenido de su fraudulenta ideología, sino por los métodos, aquello de forma y fondo. Tras los asaltos, tras las noches de lápices, de escondites, del terror infundado; los oficiales se hacían del licor, el sexo y los placeres bajando el telón de las arremetidas en grandes banquetes, un ominoso bochinche. La práctica del sadismo que puede evidenciarse en los registros gráficos y fílmicos de la época, además de los sobrevivientes.

Algo equiparable acaece en Venezuela, mientras la cabeza, el pecho, la espalda, el cuello son el blanco de cualquier objeto que la GNB dispara contra los desprotegidos jóvenes manifestantes, en transmisión de cadena nacional, Nicolás Maduro y el resto del elenco de la obraliteraria de Víctor Hugo, arman un festín. Ya no sólo bailan en el programa presidencial, en actos públicos, en Miraflores, en los mítines, en la inauguración de cualquier vaina que se le ocurra, basta tener una excusa para celebrar, para la rumba, es un bochinche eterno.

Una bala le atraviesa la cabeza a Carlos José Moreno y Maduro toca las congas; los colectivos asesinan a Paola Ramírez y Maduro entona la trompeta; una metra en el cerebro ciega la vida a Hecder Lugo Pérez mientras Maduro habla con las vacas; nueve días en agonía colapsaron a Miguel Medina y Maduro mueve su torpe cuerpo al son de salsa en su programa radial; la GNB apaga la vida de Juan Pablo Pernalete al compás del redoble de los timbales en manos de Maduro; entre tanto, el réquiem de una desconsolada despedida retumbaba en el corazón del pentagrama por Armando Cañizales, e inexplicablemente la rumba cobraba fuerza en las afueras del CNE.

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Hay una apología al irrespeto, al crimen, al abuso de poder, a la violación de todo derecho en Venezuela. Y sin darnos cuenta, como quien ha hecho del bochinche una cultura, una excusa, una vía de escape emocional; al mismo tiempo que el Jefe de Estado y su “gran combo” sueltan carcajadas, deslucen a un ritmo cada vez más vergonzoso y disfrutan como si del Coliseo Romano se tratase, las muertes, la amenaza, el miedo baldío también van calando. En la misma tónica, venezolanos de un lado y del otro, de aquí y de allá, con inusitada indolencia, capaces de mantenerse a espaldas de los acontecimientos y del dolor ajeno parecen ignorar el propósito de esta lucha, que cada muchacho asesinado o herido es parte de nuestra sangre, que se enluta el país y no hay motivos ni excusas para celebrar nada. Se trata de nuestra responsabilidad y de la corresponsabilidad que en este momento coyuntural demanda el país.

Esos muchachos cuya mayoría de edad no han cumplido, en muchos casos, sólo han conocido este régimen, y han asumido incluso sin líderes políticos, la defensa de su patria, de su futuro en libertad, como la pasión y convicción que guiaba la legión de los 300 jóvenes que Leónidas comandó en Esparta; es como si la sangre de nuestros libertadores los condujera en otra Batalla de la Victoria, de esta batalla que están librando con un valor meritorio Sin embargo, detrás de esos jóvenes, hoy protagonistas de una lucha tan desigual, tan arriesgada; de esa querella infatigable que han asumido en nombre de todos los venezolanos, de cualquier edad, raza, religión, bandera política, debe también surgir mayor compromiso de quienes salen a acompañarlos, incluso desde la casa sobran maneras de contribuir. Esa es la Venezuela que debe imperar, la solidaria, la que enfrenta los obstáculos, la que aún a punto de desmayarseesalentada porla convicción de que estamos del lado justo de la historia, pues como señalara Carlos Soublette “…Venezuela no se ha perdido, ni se perderá nunca, porque un ciudadano se burle de un presidente. Venezuela se perderá cuando el presidente se burle de los ciudadanos”.

 

HUELE A VENEZOLANO

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Lo sabía. No sé si es algo en el ambiente, que se desprende como una feromona, o un aroma, una estela invisible cargada de un áurea especial. Algo nos delata, algo ha de haber para que exista tal conexión, tal reconocimiento. A veces, no es necesario pronunciar palabra alguna. Y créanme, no es por el aspecto físico, por las facciones, por el color de piel.

Los sábados me tengo que levantar más temprano que otro día de trabajo. Hoy incluso un poco más porque prepararía para el almuerzo, un pastel de pollo. Dejé muchas cosas adelantadas anoche, para sólo tener que estirar, rellenar y al horno. Y como esto requiere de cierto tiempo, entonces así se explica el madrugonazo. Sin embargo, los tiempos no fueron bien calculados y, pese a que también hice el desayuno, no me dio tiempo de comerlo.

El transporte público tiene horarios prácticamente inquebrantables donde vivo ahora desde hace 4 años y medio, ese es el otro elemento que te lleva por la calle de la amargura. Es que si no estás en la parada, te quedas. Ya me ha ocurrido, por milésimas de segundos. En una ocasión el chófer hasta me dijo adiós. Quise, pero no mostré la señal de costumbre; como siempre, como ahora, recordé que nos toca adaptarnos a sus cotidianidades, a sus tiempos, a sus horarios. Bien, me estoy dispersado. Eso también parece una condición nuestra. Hablamos hasta debajo del agua, y ahora queremos comentar todo, contar de todo y en ocasiones, inexplicablemente, queremos o pretendemos saberlo todo.

Entonces estaba aprovechando la espera del autobús que me lleva al trabajo, así que le entré al desayuno. A mi lado se sienta un joven. No cargaba perfume (o al menos no lo noté), pero cuando lo vi, lo supe. No habló, sólo respiraba, se apertrechaba para cubrirse del frío y se disponía a sacar de su morral algo. Envuelta en papel aluminio (primera evidencia), reposaba cálida y suculenta, una arepa. Rara vez un portugués lleva comida en el bolso y mucho menos una arepa (punto número dos a mi favor). Por instantes, me vi 40 años atrás, esperando el transporte para ir a la escuela. Impaciente siempre o hambrienta siempre, me costaba esperar la hora del desayuno a media mañana (envuelto en aluminio), porque además coincidía con el recreo, y los juegos jamás podían quedar en segundo plano.

En fin, ahí estábamos ambos, llenando de energía venezolana nuestra mañana antes de iniciar la jornada laboral, en esta isla portuguesa anclada en el Atlántico. Y como es de suponerse, lo saludé para matizar el ambiente, entrar en confianza,  como diríamos en buen criollo.

En Madeira, quizá en Portugal entera, no es habitual desayunar como nosotros acostumbramos. Aquí los platos fuertes son el almuerzo y la cena. Pero si uno ve a alguien comiendo una empanada o una arepa en la calle o en un local, indiscutiblemente, se trata de un venezolano. No obstante, más allá de esa incuestionable condición, no sé si a otros les pasa, pero yo reconozco a un venezolano a 20 millas. El andar, los gestos, la mirada, la sonrisa, la jovialidad. Yo insisto que hasta se desprende un aroma en el ambiente que te hace voltear, que te indica: ese es de los nuestros. Es como si tuviese el tricolor y las siete estrellas dibujadas en el rostro perennemente; como si exudara el Salto Ángel o el Orinoco; como si la nieve del Pico Bolívar delineara sus dientes cuando ríe; es como si el sol poniente de Juan Griego se posara en sus ojos  ¿Les pasa a ustedes lo mismo? ¿Reconocen a un conciudadano sólo con verlo? ¿Cómo concluyen que es venezolano?

Si al entrar en un oficina, al subirse a un autobús esa persona saluda dando los buenos días; si alguien le cede el puesto a otro, si da la gracias y si sonríe la mayor parte del día, yo apuesto a que es venezolano. Quizá luego lo compruebas porque dice: ¡Bueeenaaas!., o porque un grupo de venezolanos, es sinónimo de jolgorio y algarabía. Eso me gusta pensar, que en general somos educados, gentiles y humanos. Ah, y simpáticos. Sí, me gusta pensar que – aunque suene a lugar común -, los buenos somos más. Creo que no por casualidad aquí me han comentado que les gusta contratarnos por nuestra responsabilidad, honestidad y deseos de echarle pichón, y porque siempre estamos alegres, aun frente a la adversidad.

Aquel joven iba a trabajar en una fábrica, un sábado bien temprano. Emigró quizá sabiendo que nada volvería a ser igual. Que esta etapa te obliga a estar donde no deseas, hacer lo que no te gusta, a condicionarte con enormes sacrificios, pero también que aun dentro de ese laberinto, siempre es importante una actitud positiva, aceptar y dejar fluir sin perder nuestra esencia. Esa que nos distingue en buenos términos, del resto de la humanidad.

Febrero 2019

 

 

 

CORAZÓN PARTÍO

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta

Maracay 32° C; Miami 25°; Chile 31°; Ciudad de México 18°; Madrid 12°; Sydney 22°, Tomar 11°. Mientras reviso el pronóstico del clima en estos lugares suena de fondo Corazón Partío de Alejandro Sanz. Nunca he creído en las casualidades, y creo que esta tampoco lo es.

Vengo de un país de inmigrantes. Repoblado por gente de diferentes orígenes: españoles, portugueses, franceses, alemanes, colombianos, argentinos, y pare de contar. De esa gente que en algún momento salió de su país natal y se refugió en el mío, por diversas causas, motivos o razones. Por eso, decir que somos puros, y que en nuestras venas no corre sangre mezclada por varias descendencias, es un error. Pero en línea directa, que yo sepa, no tengo descendencia lusa, y sin embargo, un día alocado, de esos que ni con esfuerzo entendería, me refugié en esta isla; claro, también huyendo de una guerra que parece fría, pero que es un infierno mal disfrazado de paz.

En un intento por describir cómo me siento después de 4 años y medio fuera de Venezuela, podría decir que me he tenido que multiplicar en muchas formas. En tiempo y espacio; en pérdida de juicio y razón; en términos de aferrarse y de desapego; de valor y de pánico. Las ambigüedades se sirven en platos fríos o calientes, y así, se encuentra uno en un enjambre, en una encrucijada constante. Te levantas cada día para sacar adelante lo que hace posible tu subsistencia en un país al que intentas pertenecer, pero tu mente debe -al mismo tiempo-, saber cómo te va a tratar el clima, porque a diferencia de Venezuela, tú y los tuyos se han mudado a otros países donde las cuatro estaciones sí que se hacen sentir. Aquel calorcito permanente del Caribe, de donde provenimos, aquí sólo se deja colar unos pocos meses al año, mucho más húmedo, pero caliente, y en forma eventual, vas también sondeando el estado del tiempo de otros.

Con frecuencia, diría que en demasía, reviso el teléfono y esta vez, no es un grupo de WhatsApp que hace el anuncio: Sismo de magnitud 5.6 ha sacudido a Chile (la aplicación novedades en Google se ha activado), y como es de esperarse, al menos 10 amigos andan por aquellos lados. Piensas entonces, si están bien. Así que busco en Facebook para ver los reportes, y en cuanto contacto tengo para saber de la situación. Algunos comentan «Nada, en Chile tiembla cada hora», «Tranquila no hay alerta de tsunami». Siento un poco de alivio.

Así se discurre parte de la agenda diaria, viendo estados en redes sociales o en WhatsApp, en este empeño por no desprendernos de la gente, de los nuestros que anda soportando olas de frío a la que no están habituados, buscando empleo, ligando aprobación de visas o estatus legales, o ideándose la manera de enviar dinero, medicinas o insumos a Venezuela, entre tantas otras acciones y tareas. Es una permanente carrera por la supervivencia, dentro y fuera de nuestro país.

A diario andamos con el corazón partío, no sólo porque estamos de manos atadas con los nuestros que aún quedan en territorio venezolano, sino con los que ahora andan en muchas ciudades del mundo. Una especie de cruzada que cabalga lejos palpitando silenciosamente en uno, a veces, la mayoría de las veces, incluso sin darnos cuenta. También sin percatarnos husmeando en los estados del tiempo, en la política, en las festividades, en lo notorio o no de cada ciudad donde habita ahora un venezolano.

A modo de un tema multicultural, ahora sabemos un poco más de otros lugares, de otras costumbres y culturas. Quizá con el corazón partío, con la angustia a flor de piel, con novedades metralladas, pero nunca seremos los mismos. Ahora somos más solidarios y en muchos casos dejamos nuestras profesiones a un lado para graduarnos en humanidad.

Las miguitas de este corazón partío, he tenido además que recogerlas de a poco para intentar repararlo. Muertes inevitables, enfermedades sin control; las voy hilvanando con logros, con emprendimientos, con buenas nuevas de aquí y de allá, porque somos eso, un corazón que late en muchas partes del mundo.

Cuando emigras, tu corazón se quiebra en dos, una parte queda en el lugar del que vienes y la otra te acompaña para no morir. No obstante, si eres un venezolano de este tiempo, de las últimas dos décadas, ese músculo que es tu motor, se disuelve en miguitas, por tu familia, por tus amigos y conocidos, e incluso por cada conterráneo que cruza kilómetros a pie de una frontera a otra, que muere en ese intento; que mo aguanta a que las medicinas finalmente crucen los embates de la aduana; que no tuvo oportunidad de despedir a un ser amado en su último aliento. Un corazón que regado por un sinfín de latitudes carga consigo sus penas y las de otros, su fuerza y la de alguien más, que aligera el peso de un hermano, de un amigo y hasta de un completo desconocido.

Es un corazón que ama con la fuerza de un huracán, que palpita al ritmo de su vientre y el de todas las madres, que bombea el impulso propio y el de otros. Es un corazón que reconoce el desespero, la rabia, la frustración, la alegría y la tenacidad de sus pares. Que aún cansado y triste, se acuesta esperanzado, con la certeza de que algún dia, no muy lejano, aunque maltrecho, juntará parte de las migas para latir en el calor de su verdadero hogar.