Belén González / @mbelengg
Cuando imaginamos un jardín la mente nos lleva a un lugar hermoso, natural, con variedad de aromas y colores. Se trata de una comunidad viva, de un espacio interesante, enigmático, lleno de una luz embriagadora que nos recarga de energía positiva.
Es tal impacto de los jardines en la humanidad que nuestra historia está marcada por la existencia de lugares asombrosos como los jardines colgantes de Babilonia, o las 800 hectáreas que adornan el Palacio de Versalles en Francia, ambos plagados de angiospermas, como se denomina al grupo de plantas con flores, el más grande del “Viridiplantae”, mejor conocido como el reino vegetal.
Nosotros, los venezolanos, tenemos plantas y flores hermosas. Trinitarias, Aves del Paraíso, Cayenas, bromelias, helechos, orquídeas, el araguaney, los flamboyanes, el samán, la dama de noche con ese aroma particular, y tantas más, por eso no es raro que extrañemos tanta belleza.
Pero a pesar de que esas imágenes forman parte de nuestras nostalgias en este exilio obligado, lo cierto es que esa visión estimulante y enriquecedora no es exclusiva de un jardín, no importa lo antiguo o famoso que sea, ni el lugar del mundo al que pertenezca, porque si miramos con algo de atención podremos descubrir que nos rodea, manifestándose en los lugares más inesperados como un maravilloso regalo.
…Ella, de una forma sencilla, divertida y espontánea, crea jardines donde quiera que va…
Pensando en plantas y flores vino a mi mente una persona muy especial, tan viva, natural, hermosa y enigmática como el más bello de los jardines, a quien por supuesto, le encantan las flores. Ella, de una forma sencilla, divertida y espontánea, crea jardines donde quiera que va.
Algunos tienen plantas de un verde deslumbrante, otros, flores maravillosas, y tiene uno muy peculiar, que por extraño que parezca está compuesto por seres humanos, incluye amigos, familia, exalumnos, colegas, compañeros de jornada y diría yo que a todo aquel que quiera participar. A este jardín, en especial, le dedica una mezcla por demás efectiva de amor y devoción que da fruto más allá del tiempo y la distancia.
Si, se trata de una persona maravillosa, con uno que otro defecto porque total es en esencia un ser humano, pero que tiene una cualidad valiosa, valiosísima en mi humilde opinión. Ella interactúa con su entorno usando además de todos los sentidos, su corazón, porque sabe que lo esencial es invisible a los ojos. Estoy segura de que esa es la razón por la que todos sus jardines florecen.
Es una más de los miles que decidimos dejar todo atrás para buscar aire fresco en otras tierras. Se montó en un avión con sus dos hijos (uno de ellos es un gato) y llegó a una isla donde casi todo le era extraño: el idioma, los sabores, la cultura, la forma de ser de quienes ahí viven. No tuvo más remedio que suspirar y mimetizarse para encajar.
…se fue dando cuenta de que en esa tierra a la que ahora debía llamar hogar la esperaba una sorpresa inspiradora…
Hubo días buenos, días mejores, y por supuesto, días realmente oscuros, pero como ella sabe ver más allá, se fue dando cuenta de que en esa tierra a la que ahora debía llamar hogar la esperaba una sorpresa inspiradora, flores de todo tipo que, además, tenían como telón de fondo vistas increíbles del mar. Era hora de plantar un nuevo jardín, distinto a los anteriores.
Fue así como las texturas, los colores, los aromas y la luz se convirtieron de nuevo en una pieza clave para combatir la nostalgia y las rudezas del día a día. Esta vez el jardín, por extraño que parezca seria digital, y cámara en mano comenzó a recopilar esas visiones cargadas de magia.
Su más reciente jardín, que crece rápidamente, está hecho con las flores de Funchal, que como de la nada llegaron a su vida para recordarle algo que ella tiene muy claro: que en la vida no todo es gris, ni adversidad.
Feliz cumpleaños Zeudy Acosta.
Fotografías: Zeudy Acosta Paredes.