/
Belén González / @mbelengg
Hace ya no sé cuántas horas que no hay energía eléctrica en Venezuela, e imagino que mi angustia por la situación de mi familia es pírrica en comparación con la desesperación de quienes están viviendo en carne propia, este apagón sin precedentes en la historia contemporánea del país. Y en este escenario, se enfrentan la fuerza y el lado oscuro, el “Venceremos” y el “Vamos bien”, en una batalla que tristemente se perfila larga y amarga.
No hay electricidad, y por ende, tampoco agua, los hospitales están en emergencia, la preservación de los alimentos es un dolor de cabeza -para quienes los tienen-, las comunicaciones a nivel de voz y dato son cada vez más difíciles, es imposible hacer transacciones bancarias, y quienes han aprendido lo peor del ideal chavista están cobrando servicios y comida en dólares, incapaces de un mea culpa en este momento de desesperación. Y ni hablar del pánico en las noches inundadas de oscuridad a merced de delincuentes y colectivos armados.
…Ya no hay mentira que valga…
Mientras tanto, y a pesar de los pesares, miles de venezolanos salen a la calle a protestar, las cacerolas se escuchan de nuevo, la conciencia de que hay que cambiar las cosas se ha hecho colectiva. Ya no hay mentira que valga, prácticamente nadie cree en las declaraciones de Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello, el ministro Luis Motta Domínguez, Delcy Rodríguez, y hasta el propio Nicolás Maduro, mitómanos reconocidos.
Quien sí sigue haciendo cosas con palabras es el Presidente Interino, Juan Guaidó, quien no sólo da la cara y se expone sin miedo, sino que presiona, empuja, cita la Constitución, nos insiste en que lo importante es creer en que lo lograremos, y tiene razón, el objetivo es claro, y los pasos para lograrlo siguen siendo certeros.
Pero se nos ha presentado un pequeño inconveniente, y es que a unos cuantos les ha dado por creer que Guaidó es un superhéroe de Marvel, y que como tal, tiene el sartén por el mango, la capacidad de hacer y deshacer, que con sólo mandarle un WhatsApp a Trump hará que lleguen los marines, que al asumir la presidencia resolverá el problema eléctrico en un santiamén. Nada de eso es posible, él es un hombre de carne y hueso, centrado en un plan de acción, con la determinación de resolver sobre la marcha, cada obstáculo que se presente.
De momento, concentrémonos en lo inmediato, el problema eléctrico, un asunto con una historia que comenzó en 2007, cuando se produjo un apagón resultado de la sobrecarga del Sistema Eléctrico Nacional. En ese momento, el ahora difunto decidió que la solución era centralizar el servicio. Así nace en 2008, el inoperante elefante blanco que conocemos como la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), que se ha convertido en una bolsa sin fondo para ministros y funcionarios que han hecho fortunas con la compra de equipos y materiales que no existen, de tecnología obsoleta, robándose los recursos para el mantenimiento, y pare usted de contar.
…Cualquier excusa con tal de no asumir la responsabilidad, típico de este desgobierno, incapaz por demás…
Da rabia pensar que la respuesta al problema eléctrico, siempre ha sido pura fantasía. Primero iguanas que mordían los cables; después fenómenos climáticos, específicamente “El Niño” acusado de provocar la sequía que alteraba el buen funcionamiento del Guri; las acciones vandálicas de la oposición oligarca; y finalmente, ciberataques de países extranjeros a un sistema, por cierto, blindado contra hackeos. Cualquier excusa con tal de no asumir la responsabilidad, típico de este desgobierno, incapaz por demás.
Resulta pues, que la central de Guri, construida hace cuatro décadas, y considerada uno de los mayores proyectos hidroeléctricos del mundo, trabaja hoy a menos de la mitad de su capacidad, y la red de centrales termoeléctricas que debería actuar como respaldo es prácticamente inexistente. No es un asunto fácil, y no hay parche que remiende esta coyuntura.
Pero es tal el marasmo de estos días, que quizás no nos hemos detenido a pensar en la maniobra del gobierno para eludir responsabilidad y ganar terreno. Su intención está a la vista, están usando esta crisis para inmovilizar a los ciudadanos, para manejarlos, para hacerse los héroes cuando “vuelva la luz”. Buscan neutralizar a Juan Guaidó, como siempre, obligando al venezolano a ocuparse de su necesidad inmediata y abandonar la meta de acabar con un gobierno manipulador y sin escrúpulos.
Sin embargo, Guaidó, sin ser He-Man, parece ver más allá de lo evidente, entiende lo que el desgobierno quiere hacer, pero además, en mi humilde opinión, el Presidente Interino tiene algo que vemos muy poco últimamente, fe. Con serenidad abrumadora, a pesar de la cara de cansancio y el brote de acné, seguramente producto del estrés, anunció que pedirá a la Asamblea Nacional declarar el «estado de alarma nacional», lo que permitiría al poder legislativo activar planes de contingencia, al tiempo que, reiteró su llamado a la Fuerza Armada Nacional, e insistió en que los venezolanos tienen derecho a protestar.
Como contra parte, el dictador, tan mal actor como orador, no tuvo más remedio que admitir que no han logrado dar solución al apagón, y puso la torta en un mitin político flanqueado con sendas pantallas eléctricas cuando no hay servicio para el pueblo del que tanto habla. Realmente no es consciente de lo patético que es, pobre.
…Recuerde que, aunque no es nada fácil, es importante, imperativo, mantener la calma y buscar una solución viable a cada problema que se presente…
Parece un momento oscuro, pero lo cierto es que vamos bien. Recuerde que, aunque no es nada fácil, es importante, imperativo, mantener la calma y buscar una solución viable a cada problema que se presente. Esta es una lucha larga, las dictaduras no caen en un día, y los países no se reorganizan en una jornada.