Dante Garnique / @dantegarnique
Lo bueno de esta guerra es que nos necesita vivos. La conversación llevaba rato, pero esa frase le colocó una especie de sello de denominación de origen.
En medio de la plaza, con mascarillas para protegerse el uno del otro y guardando las distancias, conversaban sobre el número de muertos, como quien habla de sacos de naranjas o kilos de harina.
Se estima que existen unos 114 millones de casos en el mundo y unos 2 millones 600 mil fallecidos, con una tendencia diaria de entre 400 y 600 mil nuevos casos, más entre 9 y 14 mil muertes (en los últimos siete días, es decir, entre el 21 y el 28 de febrero de 2021).
¿Fue creado en un laboratorio, se trata de una guerra química propiciada para controlar el mundo?
Las estadísticas sobre el número de muertos e infectados, sustituyen hoy en día a los otrora comunes boletines meteorológicos. Es tiempo de Coronavirus.
Los Coronavirus se identificaron por primera vez en los años 60. Bajo el microscopio, las partículas semejan una corona, de allí el nombre. En diciembre de 2019, se identificó un nuevo virus, perteneciente a la familia de los corona y fue designado provisionalmente: 2019-nCoV. En febrero de 2020, se le asigna un nuevo nombre: SARS-CoV-2 (Síndrome Respiratorio Agudo Severo). La enfermedad causada por el SARS-CoV-2, se conoce como COVID-19 (Enfermedad del Virus Corona 19) COVID-19.
Desde marzo de 2020, el mundo debió asumir de manera sorpresiva y simultánea, la presencia de un virus que pone en riesgo la vida de las personas, esto es lo novedoso del SARS-Cov-2 con respecto a los Coronavirus conocidos hasta la fecha, causantes de gripes “normales”, y es la razón por la cual su propagación fue declarada pandemia por la Organización Mundial de la Salud.
El Coronavirus invadió todos los rincones del planeta. La alarma se hizo mundial. Los meses de abril y mayo fueron de letargo, incertidumbre, encierro y una especie de parálisis que hasta ahora sólo se habían visto en films de terror o ciencia ficción: THE DAY THE EARTH STOOD STILL (Robert Wise 1951. Aunque también existe una versión de 2008 en la que uno de los protagonistas es Neo, el de Matrix).
Fronteras, fábricas, escuelas, bares, restaurantes, cines, todo se paralizó, todo cerró. Se suspendieron conciertos, vuelos internacionales, las concentraciones políticas, el turismo; el mundo cambió.
Nueve meses después del gran schok, el mundo es totalmente diferente. La economía está absolutamente afectada. Es entonces cuando comienzan a aparecer atisbos de realidad que nos obligan a resetear la UCP o CPU (Unidad Central de Procesamiento, o Central Processing Unit).
Si hubiese que ambientar con música, esta parte de la historia, comenzaría ahora a sonar esa versión funny de “Still Loving You” de Scorpions, en la que una especie de hurraca hace una desenfrenada interpretación del tema, mientras pende de una línea de suministro eléctrico, cuando de pronto, un zapatazo le asesta en la cervical.
La realidad es un poco eso, versiones distintas de un mismo tema. Pero el problema no es la realidad, que puede o no ser cuestionada epistemológicamente, el problema es cómo ésta es asumida individual y colectivamente.
Los meses de abril y mayo fueron de letargo, incertidumbre, encierro y una especie de parálisis…
Por ejemplo, el COVID-19 es una realidad, está allí, el mundo tiene a razón de un año paralizado, a causa de él. Pero hay muchas interpretaciones (como versiones de una misma canción).

¿Fue creado en un laboratorio, se trata de una guerra química propiciada para controlar el mundo y sentar las bases del “Estado Profundo” o de una enfermedad real? ¿Es una buena oportunidad para hacer negocios con las vacunas, usando el poder y los medios de comunicación, para promover el miedo causado por los millones de muertos e infectados en el planeta, y así vender millones de dosis y lograr que los empresarios farmacéuticos se embolsillen unos 26 mil millones de dólares en menos de un año?
Al negocio sólo pueden acceder unas siete compañías en el mundo: Astra Zeneca (Reino Unido), Cansino Bio (China), Johnson & Johnson, (EEUU), Gemaleya (Rusia), Pfizer (EEUU), Biontech (Alemania) y Moderna (EEUU).
Las cuentas que los administradores de las farmacéuticas están sacando, apuntan más o menos a lo siguiente: mil 800 millones de dosis durante el primer año, que dependiendo del cliente, podrían costar entre 5 y 10 ó 1 y 3$ c/u, para países con economías sostenibles, o para países pobres, respectivamente. O sea, hay un stock para el Corte Inglés o Macy’s y otro para las tiendas Louis Vuitton.
Esto daría un aproximado de entre 9 mil y 18 mil millones y mil 800 y 5 mil 400 millones de dólares, dependiendo del cliente, para finales de 2021 o principios de 2022. Nada más en el primer año, después podrían venir la segunda y quizás hasta la tercera dosis; en fin, no pintan mal los números.
Una cosa si es cierta, aun no se ha podido demostrar que el detonante de la actual pandemia de COVID-19 haya sido el murciélago de Wuhan.
También parece coherente el argumento de que, mientras mayor sea el número de fallecidos por COVID-19, más personas se sentirían obligadas a vacunarse por el miedo a morir. En ese sentido, “lo bueno de esta guerra es que nos necesitan vivos”, para que el negocio de las vacunas marche como conviene.
28.02.2021