Belén González / @mbelengg
Twitter, más que una red social para exponerse ante los demás, es un espacio para la política, al menos en la Venezuela actual. Gracias a esta herramienta, quienes están allá se mantienen al día sorteando los sesgos y dificultades para tener acceso a la información, y quienes estamos fuera, nos sentimos más cerca del país que nunca ha dejado de importarnos.
Se trata de un escenario en el que día tras día, especialmente desde el pasado 23 de enero, se enfrentan el dictador Nicolás Maduro y sus acólitos, con su retórica de conflicto y mentiras; con una oposición liderada por el Presidente Interino Juan Guaidó, amalgamada en un discurso de esperanza, de lucha por el rescate del país, que deja al régimen desdibujarse por sí solo con sus acciones. Se trata de una guerra táctica en la que dos enemigos combaten con municiones ideológicas rápidas, versátiles y eficientes con apenas algunos caracteres.
… cada grupo y subgrupo, diseña su estrategia comunicacional, y en consecuencia, teje la red necesaria para la multiplicación de su mensaje, porque todos los bandos tienen claro el poder de penetración de Twitter
En 2007 Twitter se convirtió en un espacio abierto y su acelerado crecimiento extendió su dominio a prácticamente todos los espacios de la vida pública. Seguramente Jack Dorsey y su equipo, no llegaron a dimensionar el efecto que tendría en la sociedad su proyecto de microblogging.
En apenas unos años, gracias especialmente a los teléfonos inteligentes y tabletas, la red del pajarito azul se consolidó como la plataforma de comunicación bidireccional perfecta para crear comunidades, informar, generar matrices de opinión, e incluso, vender servicios, ideologías y productos.
La política no podía escapar a tal irrupción, en particular porque esta red de mensajería demostró desde temprano su potencial para manifestar ideas, opiniones, hacer críticas, exigir a los gobiernos el cumplimiento de sus obligaciones, y motorizar manifestaciones de protesta, sobre todo en aquellos países sometidos a férreos controles gubernamentales.
Su poder como caja de resonancia para promover cambios sociopolíticos se hizo tangible durante la llamada la Primavera Árabe, en el año 2011, cuando las protestas convocadas a través de la red y las réplicas que se conocieron a escala mundial gracias a Internet, desencadenaron la estrepitosa caída de las dictaduras de Ben Ali, en Túnez, y Hosni Mubarak, en Egipto.
… en esta guerra de intereses políticos, hay quienes le dan a la herramienta un uso equilibrado, y otros, que maniobran para tener ventaja a la fuerza.
Hablando precisamente de manifestaciones, protestas y gobiernos que cercenan libertades, no es un secreto que Twitter se ha convertido en Venezuela, con sus más de 13 millones de suscriptores, en el principal termómetro de opinión pública. Esta red social es, de hecho, la herramienta principal de los venezolanos para mantenerse informados, manifestar sus opiniones políticas, criticar e interactuar sobre temas fundamentales.
En esta variopinta y pluricultural comunidad criolla se dibujan tres grandes grupos de “twitteros”: los dirigentes gubernamentales y afectos al régimen, los líderes de oposición y opositores, y finalmente, quienes no tienen un bando político, cada uno integrado, a su vez, por pequeñas peñas que responden a intereses particulares, en ocasiones extremadamente obvios.
En función de sus objetivos, cada grupo y subgrupo, diseña su estrategia comunicacional, y en consecuencia, teje la red necesaria para la multiplicación de su mensaje, porque todos los bandos tienen claro el poder de penetración de Twitter. Pero en esta guerra de intereses políticos, hay quienes le dan a la herramienta un uso equilibrado, y otros, que maniobran para tener ventaja a la fuerza. Tal es el caso de la dictadura chavista que desde hace bastante más de una década se concentra no sólo en vigilar todo lo que se dice en Twitter, según ellos, con la intención de apalancar el fortalecimiento de la defensa nacional, pero se sabe que más bien se trata de un mecanismo para controlar un espacio natural de la disidencia.
Algunos dirigentes políticos, gente de medios de comunicación, e influencer parecen haberse dejado seducir por el lado oscuro…
Para contener al enemigo, el gobierno chavista diseñó una batería legal que usa sin reparo contra activistas de oposición, ciudadanos con una opinión política que le es adversa, y periodistas. Entre la que destaca especialmente la Ley contra el Odio por la Paz, la Convivencia y la Tolerancia, que contradiciendo la libertad de expresión garantizada en la Constitución Nacional, impone multas y penas de prisión de diez a veinte años para quienes inciten al odio o la violencia a través de cualquier medio electrónico, y faculta a las autoridades para bloquear los sitios web que, a su juicio, promuevan tales mensajes.
Pero además, para promover un apoyo popular con el que evidentemente ya no cuenta, el régimen hace uso indiscriminado de una red de “bots” o cuentas automatizadas, un pecado venial, considerando que la oposición hace lo propio para multiplicar su mensaje; y como complemento, se ocupa con regularidad de introducir distracciones temáticas en la pajarera para desviar el debate, secuestra los hashtags o etiquetas de la oposición a fin de interferir en las discusiones para promover la división, y se da el lujo de enfrentar a grupos opositores que, al menos en teoría, forman parte del mismo bando.
Y decimos en teoría, por cuanto algunos dirigentes políticos, gente de medios de comunicación, e influencer parecen haberse dejado seducir por el lado oscuro hasta convertirse en los principales promotores de la llamada propaganda negra en las redes sociales.
…el régimen hace uso indiscriminado de una red de “bots” o cuentas automatizadas, un pecado venial, considerando que la oposición hace lo propio para multiplicar su mensaje…
Ellos parecen dedicados a criticar todo lo que rodea al Presidente Interino Juan Guaido, viven buscándole “la caída” como diríamos en criollo, sembrando dudas, cizaña, sin sabor, con exageraciones, verdades a medias, opiniones envenenadas y peticiones sin sentido. Parecen no ser conscientes de que se les notan las costuras, su amargura es la evidencia de cuánto les afecta “no estar en la jugada”.
Cuando leo comentarios de este tipo en la pajarera, me pregunto ¿quién es el enemigo?, y responder algo que debiera ser simple es difícil. La razón, el juego de intereses de la política, en la que todos intervienen. Sin embargo, me da pesar con el Presidente Guaidó que por estar en el juego tiene que “llevar palo” del desgobierno y de “esa” parte de la oposición.
Sería bueno, buenísimo, que los negativos, los apocalípticos, los que viven diciendo que las marchas no sirven para nada, que Venezuela no avanza, que el país se sigue hundiendo por culpa de Guaidó, que es momento de hablar de elecciones y candidatos presidenciales, nos iluminen con sus alternativas para consolidar de inmediato el cese de la usurpación, primer paso para un verdadero futuro en el país.
Pero dudo mucho que tengan un plan, si lo tuvieran, estarían ellos liderando la oposición y no escribiendo tanta paja en las redes sociales.