COMO HABRÍA QUERIDO

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Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta 

«¿Dónde están los amigos de ayer? ¿Dónde andarán mi casa y su lugar? ¿El rincón que escondió mis secretos de ayer?…¿Cuánto de niño perdí? ¿Cuánto de grande gané? ¿Qué es lo que me ha hecho feliz? ¿Qué cosa me ha de doler?… ¿Cuánto gané? ¿Cuánto perdí?» Algunas veces retorno a mi adolescencia, y me tropiezo con los recuerdos, como hoy me ha pasado con la letra de esta canción del cubano Pablo Milanés. En ella me veo, me reconozco no como hace más de treinta años, sino por lo que soy ahora. Hoy siento y vibro de manera muy diferente, es evidente, pero sin esas vivencias del pasado, hoy no tendría para entenderme, saberme, mirarme; creo que incluso no tendría las herramientas para comprender el revolcón que me ha dado la vida.

… el perdón aligera la mochila; es quizá el paso más importante para comenzar a reconocer el amor en ti y en los demás.

Las respuestas a estas preguntas hoy, no se parecerían nunca a las de mi pubertad, a esa etapa desprendida y carente de cordura. Ahora, quizás menos ataviadas, tienen mucho más sentido. Hoy resulta todo, un tanto más ligero porque en el camino me fui desprendiendo de muchas cosas, de un peso que creía mío, pero que no me pertenecía. Entendí que dolor, egoísmo, dependencia me quebraban por dentro, y por fuera se notaba. Que el perdón aligera la mochila; es quizá el paso más importante para comenzar a reconocer el amor en ti y en los demás.

He perdido menos de lo que he ganado, aún consciente de que donde menos sospecho hay oportunidades, gente dispuesta a comprometerse sin contratos ni caducidad. Que las flores son más bellas si dejas de mirarlas, para observarlas. Y que la brisa de la playa cautiva a diario, aún sin proponérselo.

Sí, un largo camino de introspección, de madurez, repleto de lecciones. Diría mi amiga Belén González, una transformación con un alto nivel de obligación, sin permiso o chance para negarte. Es que, o te adaptas y aceptas, o simplemente, mueres en el intento. El águila se arranca las uñas, el pico y las plumas, en un tiempo que se aisla para luego resurgir, desplomando a la debilidad, la soledad y las carencias, con una renovada actitud, con mayor ímpetu y valor. Hay que aprender de ella.

He perdido contacto con algunos, le he dado la espalda a discusiones inútiles, he perdido tiempo, he perdido el sueño. Sin embargo, he ganado en mis desvelos lunas reflejadas en el mar; he ganado nuevos amigos, nuevas formas de amar. He ganado confianza, paciencia, fe. He ganado voluntad, humildad y más fe.

El águila se arranca las uñas, el pico y las plumas, en un tiempo que se aisla para luego resurgir…

Vale decir que la casa no es la misma, pero mi hogar está sólido; que de niña perdí mucho pero que en el tiempo me sigo transformando, una permanente metamorfosis forzada, pero necesaria. Que aún tengo rincones secretos, y no sé si aun pueda entrar en ellos. Que los amigos de ayer siguen aquí, más cerca. Olvidé cuánto perdí, prefiero sumar, me apego al saber y al soltar… a las piedras y las flores, al frío y el calor, a la soledad y la compañía, a la escasez y la abundancia, a la lluvia y el sol. Nada es como habría querido, pero me gusta hacia donde voy.

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