Zeudy Acosta Paredes / @zeudyacosta
Con permiso del Coronavirus, la cuarentena y el confinamiento. Cuando leo o escucho a algunas personas pronunciarse acerca de elecciones presidenciales en Venezuela de manera tan ligera, con esa disposición apresurada de acudir a las urnas, tiendo a preocuparme. No desestimo la premura por salir del régimen, de acabar con esta mala racha y que, al menos se comience a enrumbar el país; sin embargo, también es momento de razonar y asumir con responsabilidad lo que nos deviene como nación. Demostrar que hemos aprendido la dura lección que el chavismo-madurismo nos ha impuesto por más de dos décadas. Hay en lo sucesivo, un conjunto de aspectos que deben evaluarse. Siendo sensatos, falta mucho.
Aclaro por cierto, que esto va más allá del sentido de compromiso personal, por aquello de «nadie va a votar, y por ende, firmar por mí», del derecho constitucional y del deseo particular o colectivo; supera el hecho de estar hartos de esta realidad, del continuismo, de la miserable vida que se ha endosado a millones y todo lo que el contagioso y pútrido legado de la era del intergaláctico y su sucesor han significado para Venezuela y el continente. Ahora mismo, que pareciera que se asoma la luz al final del túnel con los pronunciamientos que EEUU ha hecho –primero poniéndole precio a la cabeza del “Inmaduro” y a unos pocos de la banda de criminales que lo secundan; y luego, proponiendo que aquél y Guaidó abran paso a una tregua para que, en un plazo de 6 a 12 meses, se puedan celebrar elecciones en Venezuela-, en honor a la verdad, y sin ánimos de desplomar esperanzas ni sabotear expectativas, falta mucho para que las condiciones idóneas en una «nación democrática», sean dispuestas para un proceso de tal relevancia nacional.
… la depuración no llega, dado que cada quien tiene su rabo de paja, y hay mucho más que perder.
A ver, lo primero que debe superarse es el Coronavirus. Una vez cumplido esto, imaginemos el panorama así: la propuesta es que evidentemente se aparten del camino NM y JG, para dar paso a una Gobierno de Transición ¿les suena?. Pues sí, porque el objetivo es que, siendo integrado por gente seria y honesta, que sí las hay, se dé lugar a las condiciones apropiadas; es decir, que los poderes públicos sean liberados del secuestro al que están sometidos, en especial, el Consejo Nacional Electoral (CNE). Es suficiente de «Tiby» Lucena con su estridente voz e insuperable cara de tabla. Como bien sabemos, es quien desde 2006 lleva el mando de todos los procesos electorales que se han llevado a cabo en Venezuela, manejado a su antojo cada detalle, maquillando cuanta cifra le ha calzado al pie y sirviendo en bandeja de plata números confiables para el régimen.
Hay entonces, una triada servida en la mesa: Franqueza, depuración y cambios. Sin embargo, la verdad es que hasta ahora han hecho caída y mesa limpia tantas veces que hemos perdido la cuenta. Guáramo cómo tal, parece que los pocos que pudieran tenerlo se ven opacados y derrotados al final de la jornada y, por consiguiente, la depuración no llega, dado que cada quien tiene su rabo de paja, y hay mucho más que perder.
Sí señores, es imperativo sanear, en primer lugar, el Poder Electoral para que, en lo inmediato, el ente comicial garante del proceso -entiéndase, la directiva y personal cercano a ésta-, cumpla con sus responsabilidades con el país, y no con el partido de gobierno. Habría que depurar el Registro Electoral Permanente (REP), quitando del camino la clonación de cédulas, que los muertos no cambien de urnas (del cementerio a los centros de votación). Con la actualización del REP hay que incluir a los millones de venezolanos que han emigrado, esto tomando en cuenta a quienes durante los últimos años, ya cumplieron la mayoría de edad para ejercer el derecho al voto.
Hay que pensar en los candidatos, el engendro que desgobierna desde Miraflores no puede ser uno. Ni que vuelva a nacer.
Adicionalmente, pensar con seriedad en eliminar el voto electrónico, pues si bien es cierto que países como Australia, Bélgica, Canadá, Estonia, Francia, Alemania, Rumania, Suiza, Reino Unido los emplean, ya sabemos que se trata de otra mentalidad, la cultura de la dictadura no aplica. De momento, convendría retornar al conteo manual, sin asumirlo como un retraso en el sistema, sino por el contrario, un garante de resultados “más limpios”, sin la susceptibilidad de alteraciones en éstos.
El tema de pacificar al país -en los lugares donde se observaron revueltas-, que estuvo en el tapete en semanas anteriores, dejó de ser un tópico al cual meterle mano, porque la cuarentena hizo su trabajo. Pero además, tal como lo establecen las condiciones propuestas por el Gobierno de EEUU, en las que se contempla levantar las sanciones que pesan sobre Venezuela, deben restablecerse las funciones de la Asamblea Nacional, la anulación de la declaración de desacato que le impuso el Tribunal Supremo de Justicia, leal al gobierno, y por ende, dejar sin efecto a la autoproclamada Asamblea Constituyente. En efecto, se contempla, igualmente, en el documento emitido el pasado 1 de abril, aspectos vinculados con la situación de los presos políticos (amén del cese de persecuciones).
Asumamos entonces, que todo esto se logre. Hay que pensar en los candidatos, el engendro que desgobierna desde Miraflores no puede ser uno. Ni que vuelva a nacer. Sobre él pesan acusaciones difíciles de pasar por alto. Es que Maduro, no sólo la sacó de home run, tenía las bases llenas. El rango de líder del Cartel de los Soles no es pendejada, no es una nimiedad, y como ya no es un secreto a voces, el propio Trump le ha puesto precio a la cabeza, y como él hay un montón con rabo de paja. Si de mi dependiera, realmente no aceptaría que alguien vinculado al chavismo-madurismo pudiese asomarse a la posibilidad de estar en el tarjetón. En todo caso, de lado y lado, los candidatos deben ser, en el imaginario venezolano, lo más cercano a personas sin incursión en delitos, estudiadas, con sentido de compromiso social; en pocas palabras, falta mucho.
Otro punto de peso, y no menos relevante, es el rol de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Hay expertos que aseguran que, el error más grande en este ámbito, surgió una vez que se les dio injerencia en los asuntos políticos, por cuanto lo asumieron tan literal, que se convirtieron en títeres del régimen, a tal punto que –junto a los colectivos y pranes-, son el brazo derecho de la narcodictadura en tema de represiones y asesinatos, amén de la consabida relación de algunos generales con el Cártel de los Soles, de donde justamente, proviene su nombre. Sin embargo, habiendo voluntad política, el plan “caída y mesa limpia”, es posible. Tengo la seguridad que, dentro de las FANB aún quedan hombres comprometidos y honorables, dispuestos a defender la voluntad del pueblo, y no responder a órdenes de carácter político y, sin embargo, en este terreno, también falta mucho.
Si de mi dependiera, realmente no aceptaría que alguien vinculado al chavismo-madurismo pudiese asomarse a la posibilidad de estar en el tarjetón.
Ahora bien, en qué orden y cómo se pueden hacer las cosas no depende exclusivamente de una voz, sino de muchas, del eco que tenga resonancia e impacto no sólo en el territorio venezolano, sino más allá de sus fronteras. Ya hemos sido testigo de que el camino ha sido escabroso, pero ya se perciben algunos resultados, aunque la postura del régimen se oponga a una vía democrática. Quizá algunos o muchos hayan perdido esperanzas en la oposición; no obstante, ha quedado claro que el cese a la usurpación del poder en Venezuela, es una meta que debe cruzarse, tal y como se ha venido planteando desde 2019, a fin de avanzar en los siguientes propósitos. ¿Bajo qué métodos?, está por verse en los próximos meses. Ojalá no falte mucho.